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Real Oviedo, causas y consecuencias de un desencuentro

15 de Noviembre del 2010 - J. Antonio Álvarez (Oviedo)

La nefasta gestión del pasado y el abandono institucional. Hay gente del entorno del Real Oviedo que no se entera de que el enemigo ya no lo tenemos en casa, que lo tuvimos, en otro momento, demasiado tiempo, con resultados nefastos. Curiosamente, quienes descapitalizaron el club se han ido de rositas. Por el contrario, quienes les sucedieron, salvando al Real Oviedo de la desaparición, como Manuel Lafuente y otros, ahora son condenados, simplemente porque no fueron capaces de deshacer el entuerto que habían causado los anteriores. ¡Qué injusta es la vida! Me duele la condena reciente que les ha caído (en el mundo de la política no pasa eso). El otro enemigo estuvo y está en las instituciones públicas, con unos gobernantes que se declaran del equipo contrario, sin ruborizarse, pese a que su papel institucional debería hacerles moderar sus filias y esconder sus fobias. Al Real Oviedo le han negado el pan y la sal, en relación a cómo han tratado a «su equipo del alma». ¿Cierto o no? Y quien esto suscribe está en contra de las subvenciones públicas a las sociedades anónimas deportivas, pero si se dan, que se den a todos por igual. Hay que decirlo en alto: al Sporting nunca lo hubieran dejado caer por unos euros, tal como hicieron con el Real Oviedo, que le dejaron desplomarse a la Tercera División con una frialdad terrible. No olvidemos esto.

Un club con mucho potencial. El Real Oviedo, pese a la desgracia deportiva de los últimos años, es un club vivo, de mucho calado social. Un club que cuenta, como mínimo, con la simpatía de la mitad de los aficionados asturianos al fútbol, un club que pese a su calamitosa situación deportiva da frutos que llevan muy alto el pabellón deportivo de Asturias: pensemos en Santi Cazorla, Mata, Adrián... Figuras de nuestro fútbol que comenzaron aquí y que, justamente por la situación deportiva, se fueron demasiado pronto, en busca de mejores oportunidades. Y no olvidemos el potencial de las plantillas de los equipos inferiores, con la estupenda campaña que está haciendo el Real Oviedo B.

El divorcio actual. Dura ya demasiado tiempo el divorcio entre la afición (una parte) y los rectores del Real Oviedo. Esta situación no puede continuar porque el daño que se está causando es demoledor, así no se alcanzará el ascenso, pero lo que es peor, pudiera abrir el camino a la desaparición del club. No voy a emitir juicios, en cuanto a detalles, sobre el máximo accionista, ni sobre los rectores del club. Es evidente que han cometido errores, pero, al menos, es gente que ha tomado las riendas en un momento clave, cuando otro hombre del mundo del ladrillo (creo que era alicantino) parece ser que lo único que pretendía era comprar el club, para llevarse la marca a otro lado, lo que hubiera supuesto su desaparición. Hay otros ejemplos: ¿Se acuerdan de Peterman o de Gil? ¿Se acuerdan cómo acabaron sus proyectos? Al menos aquí el propietario es asturiano, de Oviedo. Otros empresarios, incluidos los de la capital, no dieron un duro por el club, ninguno invirtió un solo euro, principalmente los hosteleros, los grandes beneficiados si el club alcanza la Primera División. Por tanto, se puede criticar mucho al accionista mayoritario, pero otros, ¿en qué contribuyeron?

Urge un cambio de actitud. Lo que venga a partir de ahora no puede estar presidido por la bronca continua. Quienes tanto vociferan les falta visión de futuro y les sobra rabia; no son conscientes del daño que están haciendo. Además de animar, los aficionados poco podemos aportar, dado el modelo de las actuales SAD, por lo que hay que dejar a los actuales rectores trabajar con calma. Da pena ver y oír a Pichi Lucas lamentarse de que aquí los partidos «son de una ansiedad terrible, que parece que nunca se van a acabar». Estas palabras del entrenador deberían hacer reflexionar a toda esa muchachada que todo parece indicar que se limita a pintar, con alevosía y nocturnidad, los caminos de El Requexón. Eso es impresentable. Escribir en una pancarta y exhibirla está al alcance de cualquiera. ¿Qué soluciones aportan? ¿Tienen capacidad para reunir dinero y desbancar al actual accionista mayoritario? No les vale nadie: no les vale el dueño del club, no les vale la junta directiva, no les vale el entrenador... Recapaciten y piensen en sustituir la bronca por los aplausos y el apoyo incondicional. Esta gente cada día me recuerda más a los del «culo moyao», una afición muy distinta a la nuestra, una afición que con el más mínimo revés deja de ir al campo. Por último: la APARO tiene que intervenir ya y tiene que propiciar un cambio de tendencia porque, de lo contrario, el daño será irreversible.

J. Antonio Álvarez

Oviedo

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