Quien convence nos gana, quien impone nos pierde
Cuando no hay argumentos suficientes para convencer, hay que pensar que quizá estemos equivocados. La modestia y la humildad están entre las cualidades humanas más deseables, y no se refieren a la ignorancia sino a la sabiduría. ¿Nos imaginamos cómo sería un gobierno, una justicia y una administración que están en su lugar por razones incontestables?. Casi casi... la felicidad. Pero como eso parece una utopía y además esta generación subida a los poderes tiene prisa porque no busca el bien común trabajando y sufriendo para encontrar un futuro, sino un presente propio, pues desde luego ve más ventajoso y más cómodo recurrir a la imposición.
Como podemos ver en la prensa, ahora se trata de escoger jueces conniventes con el poder, legislar sin pasar por el Parlamento, se trata de ganar los votos juveniles a costa de desamparar la vida de los nonatos, bueno, y... la moral previa al embarazo no deseado. Ese es un poder sin el esfuerzo de convencer que está dejando poso en la sociedad. Unas jóvenes amenazan las valiosísimas obras de Goya para imponer su presencia en los medios, porque lo del problema medioambiental no tiene solución, y menos sin un acuerdo global. No se va a parar nada de lo que alimenta al poder y al dinero, porque lo que menos importa a la generación que lo ambiciona es el planeta y sus habitantes, importa el yo, el nosotros, sin tener que considerar otras razones.
Razones como las de los sufridos usuarios de los autobuses, a los que una huelga injusta les secuestra el tiempo y con él la vida. Todos queremos la Luna, pero la Luna no es posesión del ser humano sino creación al servicio de todos los seres humanos, de ahora y de siempre. ¿Nos imaginamos la modestia al reconocer que lo que se propone o impone beneficia a unos pocos y perjudica a muchos? "La arrogancia solo provoca conflictos, pero la sabiduría acompaña a los que piden consejo" (Proverbios 13:10). Consejo para el bien común, se entiende.
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