La ciudadanía no responde
La ciudadanía es ante todo libertad, por tanto, debe ser crítica y con capacidad para defenderse. Si se anula tal capacidad de crítica y de lucha para promover democráticamente la abolición de normas injustas, se anula la libertad y con ella la ciudadanía. La información periodística (independiente) tiene su propósito en esa crítica y en esa lucha de las minorías, no en la propaganda y en el regalar los oídos a la mayoría (aunque ese sea el negocio), porque debe estar enfrentada al poder y ejercer su control.
La otra instrucción, la de la escuela, tiene el fin de la inserción en la sociedad, y con tal fin, a la sociedad correspondería regularla. Pero debería ser una sociedad donde los medios estén más pendientes de su papel y haya una auténtica libertad de educación. Una sociedad donde los derechos civiles sean de hecho y no de BOE (pocas leyes y que se cumplan; así como mucho más sentido común y menos burocracia). En resumen: una sociedad auténticamente libre y responsable.
Si una norma es injusta, debemos combatirla. Pero un juez no puede eximir de cumplir la ley, ni cambiar la ley. Por eso, sin ser experto en derecho, pienso que nos hemos metido en todo un absurdo galimatías contra la objeción de conciencia. ¿Acaso se nos puede prohibir pensar y tomar postura contra una ley por medios civilizados? O, aquí no se puede pensar. Porque eso explicaría muchas cosas.
La educación para la ciudadanía nunca puede ser una asignatura; debe ser el resultado de todo el proceso educativo en su conjunto. Pero esto es precisamente lo que no se quiere que ocurra y, cuando la acemilación logsetiana va camino de su triunfo, se inventa esta asignatura para cubrir el expediente. ¡No, yo no quiero huir al bosque junto al lago Walden Pond! Les aconsejo que sus hijos vayan a clase de la asignatura, que saquen sobresaliente y ¡que pongan en aprietos al profesor con sus demandas de libertad!, a ese, sea quien sea, que asume el particular papel que le adjudica el Estado. Nosotros, desde fuera, procuraremos sembrar en sus discentes la semilla de la libertad responsable. Ese es nuestro trabajo.
Llevamos años que no salimos de una soflama para entrar en otra, viendo cómo triunfa la dialéctica capaz de dar la vuelta al calcetín; y la ciudadanía no responde ante los argumentos bien estructurados porque son difíciles y hacen pensar; y, además, no están de moda y no triunfan.
¡Pero dónde están los auténticos pensadores de izquierda contra el antiguo régimen y por la libertad! ¿Dónde están los pensadores (?), ¿dónde están los medios y una institución libre de enseñanza?
¡Pero quién ha dicho que Europa vaya bien!
No quisiera tener que huir al lago Lanthe al otro lado del mundo.
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