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Y después de esto, ¿qué?

31 de Enero del 2023 - José María Casielles Aguadé

Sinceramente, creo que la pregunta es bastante clara, pero no puede descartarse que algunos remisos a entenderla pregunten sobre el qué es “esto”; y cualquiera que se haya interesado por la didáctica (arte de explicar) no debe negarse a definirlo, porque además el estamento ejecutivo está muy interesado en la claridad informativa, según las persistentes manifestaciones del titular de la cartera de la Presidencia, que es la oficialmente encargada de esta actividad.

“Esto” es, obviamente, la situación actual de la población española en sus aspectos básicos vivenciales; es decir, económicos, laborales, educativos, psicológicos y, en general, sociales.

Los ciudadanos que leen cotidianamente los periódicos, aunque no puedan dedicarles mucho tiempo, y se informan simplemente por los epígrafes y poco más, están preocupados objetivamente al conocer la persistencia de los tres millones de parados; más de millón y medio de empleados “fijos-discontinuos” que no gozan precisamente del nirvana budista; diez millones de jubilados, con pensiones poco jubilosas, y concretamente ahora un tercio de la población española -o sea, unos dieciséis millones- que llega muy precariamente a fin de mes; esto es, en régimen de pobreza.

Sumario: La situación actual de la población española en sus aspectos básicos vivenciales

Destacado: Las situaciones políticas no se disparan solas, necesitan un gatillo y un dedo, y tienen consecuencias nefastas múltiples

Si del enfoque económico pasamos al sanitario, se generalizan crecientemente las quejas, en un país como el nuestro que siempre disfrutó de una sanidad ejemplar, atendida por profesionales de primera calidad; los que se mueven en el campo de los negocios y las finanzas se quejan de la informática y la telemática, frías y deshumanizadas, con sus reducciones de atención, que les han privado de esa valiosa asistencia personalizada. Más o menos, los incordios son los mismos en los diversos grados del sistema educativo, cada vez con más distancia entre el profesor y el alumno.

El “esto” actual ha seguido a los “disparos”, producidos primero por la pandemia viral del covid y después por las no menos abstractas: polución por CO2, desarreglo climático, conflicto de Ucrania y crisis energética no se han originado espontáneamente, tienen sus causas, sus consecuencias graves y sus protagonistas responsables: el covid surgió hace tres años en China, como probable error de laboratorio en una investigación de guerra biológica. Sus consecuencias se agravaron por fallos generalizados en los centros de prevención y emergencia, y el resultado se evalúa en varias decenas de millones de muertos a nivel mundial. Los datos se han escamoteado por su desagradable magnitud y porque aún no se ha dominado la pandemia.

La contaminación por CO2, y la crisis climática correspondiente, es simplemente una farsa descarada, en su pretensión de hacer compartir responsabilidad común universal, y las pruebas de esta reflexión son contundentes: las conferencias de Tokio, París y Marraquech pregonaron alarmas a las que tardaron más en comprometerse los principales responsables, muchos de los cuales demoraron su firma y olvidaron su respuesta, acosando a los demás. Basta con reparar en algunos datos de hace pocos años: los principales productores de petróleo del mundo, en miles de barriles diarios, eran, por su orden de cuantía, los siguientes: Ucrania, Arabia Saudí, Rusia, USA, Irán y China, que entre los seis alcanzaban el 94% del total mundial. En cuanto al gas natural de petróleo (GNP), y también ordenados de mayor a menor por su producción en millones de metros cúbicos anuales, figuraban: Rusia, USA, Ucrania, Irán, Arabia Saudí y Turkmenistán, que entre los seis casi alcanzaban el 93% mundial. Con estos datos debemos preguntarnos por el descaro de los más productores y contaminantes señalando a los demás, para los que proponen onerosos gravámenes a sus añadidos ridículos. Así se explica perfectamente el fabricado conflicto de Ucrania; la subida espectacular del petróleo en pocos meses, los bloqueos de los gasoductos; y que el gas licuado de petróleo (GLP) sea cuatro veces más caro que el GNP, pues hay que licuarlo, transportarlo en barco y regasificarlo de nuevo...

Estas dificultades también reevalúan el gas de esquisto obtenido por “fracking”, que en buena medida fue recusado por contaminar las aguas freáticas.

Resumiendo: las situaciones políticas “no se disparan solas”, necesitan un gatillo y un dedo, y tienen consecuencias nefastas múltiples. El estamento ejecutivo tiene en todos los países la misión de prever, evaluar y detectar problemas, elegir a los titulares de las carteras y cambiarlos si no resuelven los problemas de los ciudadanos; lo que es a veces incómodo. También es posible liberarse de ellos ante las próximas elecciones, aplicando una vieja receta utilizada ya en la política vaticana: “Promoveatur ut removeatur” (“Te asciendo para perderte de vista”). Así, algún ministro incómodo puede ser propuesto para embajador, o para presunto alcalde fracasado de la capital. Ya veremos.

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