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Experiencia hospitalaria

15 de Noviembre del 2010 - Aída Menéndez Martínez-Bartolomé (Oviedo)

Le escribo esta carta para poner en conocimiento todo el trato vejatorio y miles de negligencias médicas por parte de enfermeras, médicos, etcétera... en el centro materno infantil de Oviedo, que estamos en el 2010 y ya es hora de que hagan algo. Todo empezó en el 2007, lo escribo ahora puesto que ya estoy mejor, ya que estoy en tratamiento psiquiátrico con ansiedad, y en su día no estaba en condiciones de contarlo, por eso lo cuento ahora. A los seis meses de estar embarazada de dos bebés voy a mi ginecólogo de la Seguridad Social con muchos dolores y me dice que es normal, que es el útero que está creciendo, pero pasaban los días y cada vez estaba peor, fui a uno particular y me dijo que subiera urgentemente a urgencias que estaba de parto y me lo tenían que parar, y ahí subí. Me dejaron ingresada y me pusieron un medicamento en vena para poder pararlo. No podía mover el brazo porque sino la máquina sonaba y tenían que venir las enfermeras, y, claro, dos días sin poder mover el brazo a ver quién es el listo que lo hace, pues nada, cada vez que sonaba, más cabreadas y más broncas que me echaban las enfermeras. Después de estar nueve días ingresada y ya habiendo conseguido parar el parto me dieron de alta. A los siete meses volví a ingresar por lo mismo porque estaba de parto y volví a subir a urgencias. Me pasó lo mismo de antes, pero peor, porque esta vez ni me atendían como era debido, todo eran vejaciones, poco más y me tiraban la comida en la cama y antes de dar a luz se me puso una pierna muy hinchada y les dije que llamaran al médico a ver qué sucedía, a la hora subió y me dijo que no sabía porque tendría que hacer una ecodoper pero que no sabían si podrían hacérmela, al final me la hicieron y descubrí que tenía un trombo en la pierna porque uno de los bebés me estaba obstruyendo una vena. Me dijeron que cuando me pusiera de parto me harían una cesárea de urgencia (no sé qué urgencia era). Me dieron sintron y unas inyecciones anticuagulantes. Al día siguiente me puse de parto, llamando a las enfermeras y nadie aparecía, mi marido estaba desquiciado porque nadie nos hacía caso, la MIR hablando por teléfono, las enfermeras hablando entre ellas y nadie nos atendía, al final mi marido se cabreó y ya me bajaron. Estaba de 10 cm. y me dicen que no tienen incubadoras para los bebés, después de estar más de quince días ingresada, que si me tenían que llevar a Gijón en ambulancia, que no, que tenían que llevar a los bebés en helicóptero a León y yo quedarme aquí, o en helicóptero a Santander. Hasta que me cansé y les dijimos mi marido y yo que ni yo ni los niños nos íbamos a mover de aquí, que se buscasen la vida, que llevaba mucho tiempo ingresada y ya lo tenían que haber predispuesto. Al final me hicieron la cesárea y el médico de hematología me dijo que tenía que estar cinco días en cama por precaución, sin poder levantarme. Llamé a un enfermera para que me trajera la chata, y no me dice: «patuquinos fuera que sabes andar», se me caían las lágrimas, porque lo primero que tiene que hacer es mirar el historial, al final me la trajo pero la tuve que poner yo, con los puntos que me moría de dolores y ella había marchado. Cada vez que pedía algo todo eran vejaciones, me tiraban la chata a la cama, por cierto todo esto me pasó en la segunda planta, para que quede claro. Yo sé que a los enfermos que están en cama se les mueve, a mí nada, se lo pedí una vez a una auxiliar y me dijo que no hacía falta. Así fue que me salieron yagas por toda la parte trasera, ni una crema, nada. Al final estaba tan desesperada que tuve que llamar al inspector de enfermeras para poner en conocimiento todo lo que me había pasado, porque cada vez yo estaba peor de salud psicológicamente. A mi marido le dijeron las enfermeras que estaba jugando con su puesto de trabajo, y mi marido les dijo que ellas estaban jugando con la vida de su mujer y que no lo iba a permitir, hubo una hasta incluso que quería echarle del hospital. Después de darme el alta en Nochebuena, en Navidad tengo unos dolores horribles y viene el médico de urgencia y me dice que tengo que volver a subir porque es del útero, yo lloraba por el camino. Me ingresaron en la primera planta, que no tenía nada que ver con la segunda, muy educadas, enfermeras de vocación, siempre estaban ahí para lo que quisiera. Pero cual fue mi sorpresa que me subieron a hacer una eco y oigo que tengo restos de placenta, a lo cual el médico le dijo a mi marido que eran cuagulinos que se habían quedado ahí. Intentaron quitármelo por vía con una medicación a ver si lo echaba yo, pero no lo eché. Mi marido habló con los médicos porque era ya una tomadura de pelo, todo mentiras, y si les dijeron que de puertas adentro eran restos de placenta pero de puertas a fuera no. Y me dieron el alta para hacer un legrado la semana siguiente porque me decían que me veían muy mal psicológicamente. A la semana siguiente volví, ingresé de noche, tomando sintrón, y a la noche pasa una MIR y me dice que esté en ayunas que mañana me va a hacer el legrado. A la mañana siguiente, viene la anestesista que no puedo hacer el legrado tomando sintrón, que quien fue la médico que me lo dijo, que me desangraría en quirófano. Yo le dije que fue una MIR, y nada para casa otra vez. Dejé de tomar el sintrón una semana y ya me hicieron el legrado. Y así es mi historia, terrible, es el día de hoy que tengo pesadillas, cada vez que tengo que ir a maternidad a ver el niño de una amiga se me baja la moral, y sigo en tratamiento. Por eso quiero que sepa todo el mundo lo que me ha pasado para que no vuelva a ocurrir a nadie, porque todo eran MIR sin ningún médico que le acompañase. Gracias a mi familia y amigos que me apoyaron muchísimo.

Aida Menéndez

Oviedo

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