Rita y Avelino, siempre en Latores
Rita Banciella, que acaba de morir, era en su casa de Latores, Santo Medero, una personalidad que estaba fundida con ese paisaje tan paradisiaco del concejo de Oviedo. Los socialistas ovetenses pudimos decir en su día, poco antes de la democracia, remedando al clásico, «Latores, do viene toda virtud». Y es que Latores tuvo un papel esencial en el resurgir del PSOE reconstruido. Avelino principalmente, pero sin olvidar a Amalio, al Porretu y toda su familia, a Robledo, a Romanillos, a Pepín, a tantos... La casa de Rita y Avelino era frecuentada por Ramón Rubial, Lalo López Albizu –padre del Lendakari–, Lentxu Rubial, Rafael Fernández y Puri Tomás, Isaac Ortega y su mujer... De ahí se proyectó el fortalecimiento del partido hacia la ciudad.
Avelino había sido el capitán republicano más joven del Ejército del Norte. En el Penal del Puerto de Santa María, tras conmutársele la pena de muerte, había conocido el heroísmo sin par de Rubial, con anécdotas espeluznantes. Al salir de la cárcel prosperó en el trabajo y en la construcción como emprendedor pero sin olvidar su pasión política y su entrega social. Cuando en los primeros cuarenta Rita y Avelino se casan se fueron de viaje de novios a Bilbao y recordaban que alguien les entregó una maleta que debían dejar en Achuri; antes, sin embargo, comprobaron con pánico que llevaban unas pistolas. Así de comprometida empezaban la vida juntos. Rita, católica profunda, siempre comprendió y ayudó a su marido en la clandestinidad y en la transición. Él estuvo en el Gabinete de la Presidencia en la preautonomía y defendió siempre una actitud de moderación.
Subtítulo: Una pareja y una localidad claves en el resurgir del socialismo ovetense
Destacado: Rita, católica profunda, siempre comprendió y ayudó a su marido en la clandestinidad y en la transición
La construcción de una Casa del Pueblo propia era una obsesión de Cadavieco en la que se afanó junto a Cándido Riesgo, Celestino Suárez, Vicente Herranz y varios más. Cuando me decidí a presentarme a las primarias para la Alcaldía de Oviedo, entre los Cadavieco en Latores, Lolín, en Olloniego, Arnedo, Avelino Martínez, Armas, Aparicio, Cándido, Belarmino, Paredes, Flórez, Álvaro, Valle, Conchita, Medrano y algunos otros me aseguraron una victoria que fue por los pelos dentro del partido frente a Wenceslao López, un dignísimo compañero, y luego contra Luis Riera, también honorable representante de un tiempo en el que todos jugábamos en el partido del respeto y las buenas formas, en las que la actitud de los Cadavieco era ejemplar.
En aquel primer año municipal, y en algunos siguientes, los Cadavieco consiguieron los praos de la romería mateína de Latores que ahora hecha raíces en el Parque «Puri Tomás».
Llegado el año dos mil, en la localidad de Bueño, conocen a Rodríguez Zapatero y emocionaron al actual presidente cuando Avelino dijo con rotundidad: «Chaval, te haré presidente». A los pocos días estuvo, junto a Álvaro Cuesta en León en el preciso instante en que Zapatero asumió la candidatura a secretario general. En agosto de ese mismo año un supuestamente asturianista radical destrozó con un petardo la Casa del Pueblo, de la calle Jovellanos, que días antes había también violentado una empresa de toldos con nombre de paraíso fiscal. Contemplando la ruina de tanto esfuerzo como él mismo había hecho y la falta de convivencia social de la que era prueba, Avelino sufrió lo indecible hasta morir días después. Rita siempre estuvo convencida de que aquel acto terrorista fue el origen irreversible que desencadenó su muerte. Yo también, y no lo perdono. Luego, Zapatero se vino a enterrar a Avelino y a abrazar a Rita, que nos deja ahora, diez años después, con la sensación de que Latores siempre estará unido al amor de Rita y Avelino.
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