Los ocho de Irak

24 de Noviembre del 2022 - Salustiano García Fernández

El título de este artículo se corresponde con el de una serie que se está emitiendo en televisión relacionada con el atentado sufrido por los agentes del CNI. español mientras desarrollaban su misión en Irak y que rememora los sucesos alrededor de la muerte de siete de ellos el 29 de noviembre de 2003 en la localidad de Latifiya, unos 20 km al sur de Bagdad: una emboscada a manos de insurgentes acabó con sus vidas. Este mes se cumplen, por tanto, 19 años de los hechos acecidos en un territorio hostil y que tuvo como protagonistas a ocho de nuestros militares en misión internacional en zona de conflicto. Un mes y medio antes, el 9 de octubre, había sido asesinado en Bagdad el agente José Antonio Bernal a las puertas de su domicilio; fueron a por él, la peligrosidad de la misión aumentaba día a día. Una emboscada en toda regla acabó con la vida de siete compatriotas más, encuadrados en los equipos del CNI que estaban realizando labores de relevo en zona, en uno de los escenarios más complicados, pleno de dificultades y, como consecuencia de ello, de altísimo riesgo. Uno de ellos, en la refriega, milagrosamente se salvó, intentó buscar ayuda sobre el terreno bajo el fuego enemigo y ese movimiento le situó en condiciones para que la ruleta de la vida le diera otra oportunidad.

Existe en el Decálogo del Cadete, en su formación académica, en la Academia General Militar, un artículo que expresa con claridad el por qué se jugaron la vida nuestros soldados: “Solicitar ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga”… Los agentes del CNI lo solicitaron y cumplieron con precisión dicha encomienda, sabían que el escenario era complejo, estaban preparados, altamente especializados, algunos de ellos llevaban años trabajando el territorio, como era el caso del comandante asturiano, de Pravia, Alberto Martínez González con un nivel de conocimiento altísimo de Irak y de todas sus características, con un gran trabajo en la zona, pero, también, todos ellos eran conocedores de que el ambiente estaba muy agitado y que las vulnerabilidades eran muchas, iban en aumento. En el trabajo de inteligencia militar siempre se corre el riesgo de transitar por el filo de la navaja, esto se asume como consustancial con el desarrollo de la misión. A pesar de ello dieron, una vez más, el paso al frente, había que adoptar todo tipo de medidas para proteger el despliegue y trabajo de nuestras tropas encuadradas en la Fuerza Multinacional, su trabajo era fundamental y en ello se empeñaron con absoluta entrega, a costa de los riesgos que al final truncaron su labor segando sus vidas en el barro de una carretera, vendiendo cara su piel y luchando en inferioridad de condiciones hasta el final.

Conocí personalmente a alguno de ellos y quiero resaltar sus valores de entrega y sacrificio como militares ejemplares, como el comandante José Carlos Rodríguez Pérez, que acudió voluntario a la misión con entusiasmo como en él era habitual, estuvo destinado de capitán en el Regimiento de Infantería Aerotransportable “Príncipe Número 3”, acuartelamiento Cabo Noval (Siero), allí tuve la oportunidad de calibrar de qué pasta estaba hecho este zamorano, de Infantería, especializado en operaciones especiales, persona fuerte, austera, fiel cumplidor de sus deberes, leal, disciplinado, siempre aportaba en su quehacer diario la calidad necesaria para que las cosas funcionaran correctamente. Rezumaba milicia por todos los poros de su piel, era un soldado, ni más ni menos, profesional en todos los órdenes y, lo más importante, una gran persona. Era sencillo, humilde, poco amigo de la notoriedad, tenía ilusión por estar en los destinos que su concepto del deber le marcaba, algo solo al alcance de los elegidos, por ello se embarcó hacia Irak con toda la ilusión de prestar un servicio imprescindible para la seguridad de los soldados españoles allí desplegados, gran parte de ellos pertenecientes a su unidad de destino anterior como capitán.

Sumario: En recuerdo de los siete agentes españoles del CNI muertos en acto de servicio en Latifiya (Irak) el 29 de noviembre de 2003 y del también agente José Antonio Bernal, asesinado el 9 de octubre en Bagdad

Destacado: Su recuerdo nos da la fortaleza necesaria para entender que, con su ejemplaridad y entrega, seremos capaces de entender la vida militar como servicio, del sacrificio hasta el final

Estaban en el primer escalón de la misión, la más compleja, todos los indicadores de inteligencia lo estaban apuntando y se cruzaron con la violencia extrema de una emboscada bien planificada que les dio escasas oportunidades de defensa, la superioridad del enemigo en medios y hombres era abrumadora, hicieron lo que pudieron, combatieron con fuerza, pero no pudo ser, cayeron en combate siete de ellos, José Manuel Sánchez Riera fue el único superviviente.

Su recuerdo nos da la fortaleza necesaria para entender que, con su ejemplaridad y entrega, seremos capaces de entender la vida militar como servicio, del sacrificio hasta el final, aunque, como dice la oración a los caídos, “la muerte no es el final”, en el desgarro de la pérdida, asumir que en nuestra fe está la esperanza de que ellos han vuelto a la vida, se han llenado de luz y plenitud. Vaya por todos ellos este recuerdo que, a los militares conocedores de la dificultad de las misiones, nos sigue desgarrando por dentro, pero son nuestros héroes caídos, son nuestros referentes más valiosos, con su ejemplo se construye el futuro, se construye la calidad de los que a pesar de los riesgos se embarcan en un servicio, en una misión que puede suponer la pérdida de la propia vida.

¡Gracias y hasta siempre, compañeros!

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