Mujer, ni en las instituciones públicas estás a salvo
Este viernes, 25 de noviembre, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una de las grandes lacras de la sociedad. Gracias al “me too”, muchas mujeres abrieron sus ojos y dio pie a que ahora le planten cara al machismo. También son las precursoras de la lucha contra el techo de cristal, que, afortunadamente, empieza a resquebrajarse.
Ahora se habla de la ley del “solo sí es sí”. Una reforma que pretende aumentar la protección hacia las víctimas de trata, proxenetismo y violencia sexual, pero que, como sabes, se ha visto rodeada de muchas críticas, dudas y contradicciones entre juristas, fiscales y jueces.
Me gustaría hablarte, ahora, sobre la violencia institucional. Porque sí, querido lector, existen muchos casos de instituciones públicas que pretenden silenciar y obstaculizar la libertad de muchas mujeres. Venimos de negligencias por parte del personal de Servicios Sociales en la detección y la respuesta adecuada a supervivientes, de comportamientos inexplicables por parte de abogados de oficio, de la falta evidente (y, aun así, poco resolutiva) de un servicio de atención de urgencia específica a quien poder recurrir fuera del horario de oficina. Y venimos, también, de una gran falta de coherencia en las comisarías de Policía a la hora de interponer denuncias, incluso, en algunos casos, haciendo desistir a las mujeres que querían denunciar las absurdas actitudes paternalistas con las supervivientes, así como de las preguntas y comentarios fuera de lugar en casos de agresión sexual y la mala coordinación con el resto de las partes del circuito de violencias.
Estos no son casos aislados. Instituciones, abandonad el feminismo enmascarado y tomen riendas en el asunto. No me extrañaría que cambiéis el protocolo para salvar a vuestras hijas. Suena contradictorio sí, pero es una realidad silenciada. Esto va por el silencioso grito de todas ellas.
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