No son tiempos de recreo
Esta carta va dirigida a doña Rosa Trapiello, como podría ir dirigida a muchos otros, pero qué le vamos hacer, digamos que es la última gota que colmó el vaso.
Como frecuente colaboradora de este periódico debería ser más rigurosa con la interpretación de las noticias que luego quiere comentar y eso que ésta no tiene un fuerte contenido conceptual, como aquellas en las que se manejan números o unidades con las que los medios de comunicación hacen con frecuencia el ridículo.
En su artículo de hoy 3 de febrero habla de la idea del ministro Sebastián (copio literalmente) de que si consumiéramos productos nacionales dejarían de destruirse un montón de puestos de trabajo. Ciertamente el Sr. Sebastián no fue tan contundente, dijo textualmente que si sustituyésemos anualmente 150 euros de nuestro consumo externo por productos españoles, evitaríamos la destrucción de 120.000 puestos de trabajo. Haga usted un simple ejercicio. Multiplique 150 euros por 45 millones de españoles, divida por dos, por eso de que no todo es beneficio, y le saldrá una larga cifra que al dividirla por el salario mínimo interprofesional le dará una esperanzadora cantidad que deja corta la del señor ministro. Pero eso sería razonar y no han sido todos estos años buenos tiempos para ello. Los muchos artículos como el suyo que quieren pasar con los resabios partidistas o ideológicos por encima de la lógica han sido prueba de ello hasta el empachu.
Mire usted y los que quieran entender la cruda realidad de los números, las cosas no están para debates sin sentido. En el difícil contexto internacional en el que nos movemos, la situación española es aún peor en la medida que hemos sido una familia viviendo por encima de nuestras posibilidad, al menos algunos hermanos más que otros.
Me refiero a los que tiene el ministro en mente cuando habla de los Alpes, y a otros que podría evocar por su afán de la pompa externa, si es que él no la practica.
Hoy el deseado Obama ha declarado que la obra pública de su país se haría sólo con material made in USA. ¿Va usted doña Rosa a dedicarle mañana también un artículo?
Ya sé, sí, ya sé, ellos tienen mucho material tecnológico de donde tirar y nosotros no es el caso. Precisamente por eso el ministro español sólo se atreve a pedir 150 euros. Bien sabe él que país tenemos. Un país donde se dice que el gol de Burtragueño es obra de una jugada muy inteligente y que Fleming descubrió la penicilina por casualidad. Pero, bueno, no voy a causa de nuestra bajeza cultural menoscabar la gran consideración que se merecen los muchos españoles que trabajan humildemente pero con total entrega, aunque vean como muchos se devanean entre el lujo y los bombos mutuos.
Por último, señora Trapiello, los del cava son españoles en la medida en la que pongan sus impuestos en nuestra caja común. Algunos que se cruzan con nosotros por las calles asturianas los guardan en una caja B y son muy defensores de una patria a la que esquilman sin pudor. Eso es lo que hay, señora, el resto son ganas de jugar al corro y ya no estamos en tiempos de recreo.
Permítame concluir declarándome de acuerdo con su crítica al consumo externo oficial, dígase mármol, uniformes o coches oficiales (y de coches podríamos hacer cuentas), si es que usted realmente lo desaprueba. Pues a decir verdad no deduzco de su escrito qué es lo que usted defiende, si es que usted defiende algo y no solamente ataca.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo