Ser demócrata
La democracia es libertades y derechos fundamentales blindados, formaciones políticas que representan la voluntad general, la soberanía nacional o popular. La democracia suele ser republicana, pero la función arbitral y moderadora del Rey es constitucional, muy valiosa. Libertades frente a la intromisión del Estado y los abusos de particulares, igualdad y equidad social, derechos sociales. En la pasión democrática laten a veces envidias, resentimientos y extremistas frustraciones, que se desatan de modo victimista “contra el capitalismo, el patriarcado, la Iglesia o la nación española”. Agotado el marxismo más rojo y de besos de tornillo entre Brézhnev y Honecker, perviven tonos rosáceos de moqueta, militantes y pensadores socialdemócratas, que han conocido o incluso mamado el mundo de los trabajadores de fábricas, minas y obras.
Lo mejor de la democracia de calidad es una cultura común cívica y pluralista liberal y de actitudes liberales, el mayor bienestar colectivo posible, el pensamiento ilustrado, Bobbio y Hannah Arendt, los cristianos demócratas Maritain o Mounier, la libertad de opciones vitales, el respeto tolerante. Frente a la gente que lleva mal y no asume la meritoria prominencia social del prójimo, justamente rescatemos el pensamiento democrático de Tocqueville, jamás igualitarista. Frente al liberalismo únicamente elitista y que habla con claro desdén de “masas incultas y chiringuitos”, traigamos a colación a los economistas premios Nobel Paul Samuelson, Joseph Stiglitz, Paul Krugman. Y al gran Thomas Piketty. La tradición de grandes pactos de Estado entre socialdemócratas, liberaldemócratas y conservadores socialcristianos. Vivimos en una sociedad pluralista, de movimientos feministas, ecologistas y nacionalistas. El feminismo es representativo y crucial -pero con un punto agresivo y de hostilidad hacia el mundo machista más tradicional-. El ecologismo es estudioso del cambio climático, la sostenibilidad, el hidrógeno verde y la sensibilidad animalista. Nacionalistas, separatistas o no, defienden identidades culturales de naciones imaginadas muy emocionalmente. Rindamos honores a Clístenes, a Pericles, a Espartaco, a los abolicionistas de la esclavitud. A Rawls, Tocqueville, Stuart Mill, Marcelino Camacho, Julián Besteiro, Garrigues Walker, Miguel Herrero de Miñón, Adolfo Suárez, Willy Brandt, Felipe González, a juristas, a periodistas y a los derechos humanos vinculantes en estados de régimen pluralista parlamentario y con cauces de participación.
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