Incomprensión, sudor, lágrimas y sangre
Con la visita de Benedicto XXVI a España se han despertado críticas contra la Iglesia Católica y su Pastor, desde la izquierda y el progresismo de siempre. Un puñado de exaltados (apenas 2.500 personas) se manifestaron en la Plaza Sant Jaume de Barcelona bajo el lema "Yo no te espero". Pero la incomprensión va mucho más allá, alcanzando a los medios de comunicación, que ante unos cuantos casos de católicos (algunas veces consagrados) pederastas que faltan a su condición de católicos en lo fundamental (historia que ya empezó con Judas Iscariote) y son del todo reprobables, pero que no dejan de ser una exigua minoría, se les da en estos medios bombo y platillo intentando manchar toda la labor de la Santa Madre Iglesia. La cual sigue repartiendo su sudor entre los más pobres del mundo trabajando sin descanso por ellos: creando comedores, escuelas, hospitales y secando sus lágrimas ante la amargura de sus miserias, buscando aliviarlas hasta compartirlas con ellos. Esto no suele ser noticia, excepto cuando se trata de crímenes multitudinarios, como la terrible matanza de católicos en la Catedral de Bagdad, y para eso a los veinte minutos de leer la noticia ya nadie se acuerda- a derramar su sangre en defensa de su fe y de la caridad hacia el prójimo desvalido.
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