Los árbitros, los falsos villanos
El ámbito del arbitraje es muy atractivo, a la vez que duro y complejo.
La figura del árbitro se percibe comúnmente como la de un villano, una persona que acude al campo a fastidiar o perjudicar con sus decisiones a los equipos, sus jugadores y los clubes a los que pertenecen.
Quienes ejercen como árbitros, al igual que los jugadores o entrenadores, son personas y como tal pueden equivocarse en alguna ocasión, pero la gente no suele empatizar con este hecho y le exigen que esté perfecto y acierte en todas las situaciones de partido.
Para ejemplificar esta concepción, un árbitro durante 89 minutos ha estado perfecto, no se ha equivocado en ninguna acción del juego, pero llega el último minuto y no ve una acción punible con penalti. Todas las portadas de los diarios, todos los vídeos y resúmenes de la jornada van a analizar al detalle esa jugada y catalogar el arbitraje como “pésimo”, “un robo”, “conspiración contra...”, “el árbitro es anti...”, etc. La actuación realizada durante los primeros 89 minutos de partido dan exactamente igual, ningún medio hablará de lo bien que ha llevado el partido ni del alto porcentaje de acierto de más del 95%, solo se hablará de ese único fallo.
En la actualidad, son miles los comentarios o portadas de diarios que llevan en su titular el nombre de un árbitro o la famosa palabra “VAR”, pero no solo esta polémica trasciende en el fútbol profesional, cada semana podemos apreciar cómo en partidos regionales o fútbol base se profieren insultos contra el arbitraje, siendo un pésimo ejemplo para los deportistas más jóvenes. Estos comentarios se transfieren también a las redes sociales e internet, donde podemos encontrar comentarios si cabe más ofensivos y amenazas contra dichas personas.
Los principales autores de estos hechos suelen ser los espectadores, ya que el árbitro no tiene la potestad para realizar sanciones disciplinarias sobre ellos, saliendo en la mayoría de partidos impunes de sus palabras y su comportamiento. Por otro lado, si bien es cierto que hay equipos que cuentan en su plantilla con jugadores y cuerpo técnico con este comportamiento, al tener el árbitro esa autoridad de expulsarlos o no permitirles participar en el encuentro, ya sea jugando o dirigiendo, esta “barra libre” de actitudes suele ser reprimida o controlada, en cierto modo por el temor a muchas de las sanciones que podrían imponerse ya no solo en el partido en cuestión, sino en futuros compromisos: multas económicas o sanciones sin poder asistir a “x” número de partidos.
La violencia física y verbal en los campos y canchas españolas constituye un grave problema educativo y de convivencia sobre el que hay que adoptar medidas de diversa índole para erradicarlo por completo a corto plazo.
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