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Reflexiones sobre el calentamiento global

16 de Diciembre del 2022 - Lope Calleja

Ante tantas informaciones y desinformaciones sobre el mal llamado "cambio climático" (la Tierra no tiene un único clima) provocado, sin lugar a duda, por el actual ciclo de calentamiento que estamos experimentando, me gustaría hacer algunas reflexiones y tratar de aclarar algunos extremos.

Primero, un poco de historia de la Tierra para los no iniciados. En la mayor parte de su existencia, la Tierra ha estado "caliente", excepto en algunos periodos. El primer congelamiento masivo del que se tiene noticia ocurrió hace unos 2.000 millones de años (2.500 millones de años después de la formación del planeta). Le siguieron 1.000 millones de años de calor, hasta que llegó la etapa de la Tierra Bola de Nieve, hace unos 700 millones de años; una vez terminada, se vivió la gran explosión de vida del Cámbrico, hace unos 450 millones de años. Desde que los primeros homínidos empezamos a patear la Tierra, hace unos 2,5 millones de años, hemos padecido entre 15 y 20 episodios glaciales intensos, con sus correspondientes episodios interglaciales cálidos. La última de las glaciaciones terminó hace unos 12.000 años, cuando se inició el ciclo de calentamiento actual. Dicho esto, todavía algunos (ignorantes interesados o inocentes) dicen que el calentamiento es antrópico.

Empiezo por datos. ¿Se está calentando el planeta? Sí.

Ese calentamiento ¿provoca cambios en los climas de las diferentes partes del globo? Sí.

¿Cuándo empezó el actual ciclo de calentamiento? Hace unos 12.000 años.

¿El calentamiento tiene un origen antropogénico? No, sin lugar a dudas. Tiene que ver con cambios cíclicos que se dan en la temperatura del planeta motivados, fundamentalmente, por factores ajenos a nosotros, como la actividad solar y la radiación que emite sobre el planeta, entre otros.

¿Influye la actividad humana en el calentamiento? A la vista de todos los informes científicos, muy poquito. Solamente es ligeramente significativa en los últimos dos siglos y está motivada por varios factores: el desarrollismo industrial (que ha provocado la quema de cantidades ingentes de combustibles fósiles, la tala masiva de árboles y el cambio e incluso destrucción de algunos hábitats) y la superpoblación humana (somos una especie invasora y destructiva que actualmente está formada por 8.000 millones de individuos, que tenemos que alimentarnos, vestirnos y consumir bienes como nunca hasta ahora se había dado en la historia).

A la vista de las dos cuestiones anteriores, ¿podemos los humanos hacer algo para frenar o revertir el proceso de calentamiento? Categóricamente, no podemos revertirlo y mucho me temo que ni siquiera podamos frenarlo de manera significativa. Una vez comenzado el ciclo, además de ser un proceso que se retroalimenta (a mayor temperatura, más fusión de los hielos, de la tundra, más vapor de agua, metano, anhídrido carbónico y otros gases que alimentan el efecto invernadero); el siguiente, el ciclo de enfriamiento, se iniciará cuando cambian las condiciones que provocaron el de calentamiento. ¿Cuándo ocurrirá? Pues dentro de 10 años, o de 100, o de 1.000 o de 10.000, no hay manera de saberlo.

El calentamiento tiene que ver con cambios cíclicos que se dan en la temperatura del planeta motivados, fundamentalmente, por factores ajenos a nosotros, como la actividad solar y la radiación que emite sobre el planeta, entre otros.

¿Es necesario buscar alternativas a los combustibles fósiles? Sí, sin lugar a dudas. No son fuentes de energía que se renuevan a escala humana y hay una cantidad limitada de ellos. Aunque las reservas conocidas puedan durar bastante tiempo (incluso algún centenar de años) y es muy posible que se descubran muchas más cuando termine de deshelarse el ártico (que lo hará, como ya lo estuvo hace millones de años cuando los dinosaurios campaban allí a sus anchas), su cantidad es finita.

¿Son las llamadas energías renovables (solar y eólica, por ejemplo) el futuro? No. Analicemos esto. Las fuentes de energía (Sol y viento) son gratuitas y perdurarán durante millones de años (unos 5.000 millones, cuando muy posiblemente de nuestra especie no quede vestigio alguno), así que desde ese punto de vista no hay problema. El problema viene cuando de esas fuentes es necesario captar su energía y transformarla en energía aprovechable para nosotros. Hay que construir placas que capten la energía solar, molinos que trasformen la energía eólica, sistemas de almacenamiento de esa energía, sistemas de transporte de la misma, sistemas de almacenamiento en los mecanismos que la utilizan (teléfonos móviles, ordenadores, vehículos, etcétera) y todo ello conlleva el uso de recursos minerales de la corteza terrestre. Dos de los elementos más usados en las baterías implicadas en todos esos procesos son el litio (Li) y el cobalto (Co). Forman parte de los elementos que en los análisis químicos de la corteza están incluidos dentro del grupo denominado "tierras raras" por su escasez. La cantidad media de Li es de 60 ppm (partes por millón) y la de Co de 20 ppm. Eso quiere decir que para conseguir 1 kg de Li hay que removilizar unas 17 t (toneladas) de material. De Co, 50 t por kg. En 2021 se utilizaron en coches eléctricos 60.000 t de Li; si le sumamos teléfonos móviles, ordenadores y demás usos de este elemento, 175.000 t. Si ustedes se molestan en hacer los cálculos verán cuantos millones de toneladas de terrenos han tenido que ser removilizadas. Saquen sus conclusiones. Por cierto, la cantidad de Li en la corteza es, por supuesto, finita. Así que lo de energías limpias y sostenibles vamos a ponerlo entre comillas.

¿Tenemos otras fuentes de energía "limpias" y perdurables? Esta pregunta no admite una respuesta de sí o no categóricos. La energía nuclear de fisión (actual) es limpia, solo emite vapor de agua a la atmósfera y genera una cantidad limitada de residuos. Pero, claro, son residuos molestos de los que, a pesar de los excelentes resultados de Suecia y Noruega en el tema de su almacenamiento, nadie quiere hacerse cargo. Y está el bulo de que las centrales pueden explotar (nunca lo ha hecho ninguna en la historia) y nadie la quiere a la puerta de su casa. Alemania está pagando ahora la tontuna que le dio al cerrar sus centrales nucleares y poner su energía en manos de las energías fósiles rusas. Queda la energía de fusión, hoy por hoy indomable, aunque parece que este mes (diciembre de 2022) el laboratorio L.L.L. (Lawrence Livermore Laboratory) de Estados Unidos ha conseguido un primer resultado exitoso en este asunto. En Francia también se está investigando en el tema. Podría ser el futuro, crear nuestros pequeños soles a partir de la fusión de átomos de hidrógeno, energía limpia e infinita. Hay un pero, ¿querremos la central nuclear de fusión a la puerta de casa?

Últimamente también se habla del hidrógeno (H) como fuente de energía. Su obtención es un proceso caro y su combustión emite un gas (vapor de agua) que coadyuva al efecto invernadero. Oh. Pregunta, ¿eso es malo? Por supuesto que no. Si no tuviésemos el bendito efecto invernadero la temperatura media de la Tierra seria de 18 ºC bajo cero, temperatura a la que es muy posible que no existiese vida en la superficie terrestre, aunque sí en ambientes marinos asociados a fuentes térmicas (ahí es donde, posiblemente, surgió la vida en la Tierra), nosotros no existiríamos y no estaríamos con esta tontería del "cambio climático".

Surge ahora otra cuestión. Los gases efecto invernadero. ¿Cuáles son? Vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y ozono (O3). ¿Son contaminantes? Claro que no, sin ellos ya comenté cómo estaríamos de congelados, además de bombardeados por la radiación ultravioleta de la que nos libra el ozono. Así que, ¿por qué se dice que el CO2 contamina y le achacamos la subida de temperatura y no lo hacemos al vapor de agua? Misterio de la nueva religión climática.

Un factor capaz de modificar la temperatura del planeta y que lo hecho en diversas ocasiones, incluso contribuyendo en parte al nacimiento de la atmósfera de que disfrutamos y a la presencia de agua en la Tierra, es la actividad volcánica. En la mayoría de erupciones volcánicas se emiten una cantidad de gases mucho mayor que sus espectaculares emisiones de material sólido. Como media, los gases volcánicos están formados muy mayoritariamente por vapor de agua (34,9% en peso o 59,2% en volumen), CO2 (24,5% en peso o 17,0% en volumen) y SO2 (39,5% en peso o 18,8% en volumen) que representan el 98,9% en peso o 95,0 en volumen del total de gases. ¿Alguien los ha tenido en cuenta a la hora de hacer esas catastróficas previsiones climáticas del futuro?

Hace unos días, en el diario LA NUEVA ESPAÑA, Daniel Arias publicó un notable artículo sobre estos temas, en el que hablaba de la nueva religión climática y sus adeptos (gracias Daniel por la idea). El problema no es que la "verdad oficial" solo admita que los humanos somos responsables del calentamiento global y del pernicioso efecto del CO2 como gas contaminante, el problema es que los que no profesamos esa fe somos llamados negacionistas (no sé de qué) y excluidos de los círculos virtuosos de la ciencia oficial por toda una caterva de integristas furibundos, ayatolas que no admiten más verdad que la suya y, cual modernos inquisidores, condenan al ostracismo a los disidentes. Eppur si muove.

Se atribuye a Einstein esta frase: "El Universo y la estupidez humana son infinitos, aunque de lo primero no estoy completamente seguro". Pues eso.

Lope Calleja,

profesor titular de Petrología y Geoquímica jubilado.

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