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Cargos y profesiones que no se pueden rifar por cuotas

1 de Enero del 2023 - José Viñas García (Oviedo)

Las personas individualmente son libres de pensar, actuar y equivocarse sin mayores contratiempos, salvo los problemas con su entorno... Así sucede. Pero, cuando se aceptan cargos y profesiones de gran responsabilidad ya no somos nosotros mismos, en nuestras manos están el bienestar, la salud, derechos y libertades de los demás; por ello, jamás un puesto de estos debe repartirse por cuotas y cremalleras. En el caso de cargos públicos o políticos, es de una tremenda irresponsabilidad, ahí deben estar por seso (por oposición) no por sexo. También hay otras profesiones muy liberales donde se les exige gran preparación física, intelectual, compromiso, entrega, dedicación a los demás... (médicos, abogados, jueces, bomberos, enfermería, policías, militares...), que en ello lleva implícito el velar por la salud, seguridad y derechos de todos. Con lo cual, quien elige libremente estas dedicaciones ya no se juega solo su prestigio, de su eficacia y entrega depende la colectividad.

Se está perdiendo ese compromiso obligado profesional para darle un sentido personal, obviando códigos deontológicos que debieran marcar la diferencia entre la obligación, derechos, deber y responsabilidad consigo mismo y con los demás. Donde el compromiso con los demás debe superar al personal. Un político, un médico, un juez o un policía... no pueden, no debieran ponerse en huelga, no pueden y no debieran anteponer sus egoísmos, ideologías y prejuicios a su responsabilidad de ser garantes y galantes del bienestar de los demás, a los que se deben. Tampoco a jugar a fabricar leyes que pongan en riesgo libertades, igualdad ante la justicia discriminando por sexo, religión, etnia, edad, género, ideología...

Pues vemos que en España se conjugan y se dan todas esas circunstancias en todos esos colectivos, ya los médicos hacen huelgas (delito de desatención, ponen en riesgo la salud y la vida de aquellos a quienes se deben) mientras sus listas de espera crecen alarmantemente sin que nadie ponga pie en pared para frenarlas, sin entrar a valorar responsables, que seguro viene dado por esto mismo: colocar ineptos e ineptas en cada uno de los cargos de gestión y dirección desde los políticos a esa dejadez en cada área sanitaria.

Los jueces entran en ese juego ideológico, vemos cómo se reparten las decisiones según sean progresistas o conservadores en la toma de decisiones, no quiero pensar que lo hagan también cuando aplican la ley, sería algo gravísimo: prevaricación.

Ya lo de los políticos es imposible de tragar, desprestigian esa labor tan hermosa de dedicarse por completo a velar por el bienestar de los demás, pasando al bienestar de ellos mismos. Se corrompen con una facilidad que roza la desvergüenza, en vez de consensuar y pactar, buscan confrontación permanente, fabrican leyes como churros en busca de respuestas a su ineficacia ante los temas y tragedias que toda sociedad lleva implícitos; en muchos casos en manos de ministras sin más experiencia que trabajar siete meses de cajera en un supermercado, ¿qué puede salir mal con Montero y Belarra de ministras? Las leyes no están para jugar con ellas, deben regirse por principios de igualdad ante la protección y el castigo; no pueden discriminar por género o sexo. Ante la justicia la palabra sin pruebas y testigos jamás debe ser considerada denuncia veraz por mucho que a todos nos duela la indefensión y frustración ante las tragedias. Deben resolverse por decisiones dentro del respeto a la igualdad de todos ante la justicia.

Me recuerda mucho a las tragedias del terrorismo, ya fueran de ETA o de los radicales islamistas, ese terror jamás nos hizo sacar de la chistera una ley donde por ser vasco o musulmán ya serían señalados como presuntos terroristas, ¿verdad que no sería justo? Pues eso mismo, desde este Gobierno se impulsaron leyes de género donde también la tragedia permanente de muerte de mujeres a manos de sus parejas no cesa, pero así como aquellas tragedias terroristas no nos hicieron falsear la ley, ahora sí lo hicieron, ser hombre es ante estas tragedias preludio de verdugo, su palabra no vale nada y está indefenso desde la propia ley ante denuncias que pudieran ser falsas. Partimos de una premisa errónea, desde el Ministerio de Igualdad nos la metieron por la cabeza, que la mujer es verdad y bondad, cuando las hay malas a retorcer, si les damos ventaja legal a estas malas la convivencia puede resultar un suplicio. Nada justifica la violencia jamás, debemos impulsar soluciones (todas dentro del derecho de igualdad ante la justicia) que pongan remedio a tanta tragedia inhumana, al culpable darle un castigo máximo, pero jamás entrar en la posibilidad de que un inocente pueda ser declarado culpable.

Les deseo un feliz Año Nuevo a todos, en espera de que se frene esa violencia contra la mujer de una vez por todas. Un fuerte abrazo a la buena gente, a los malos ni agua.

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