Risto vs Obregón
Hoy me desayuné con el alegato de Alba Carrillo contra Risto Mejide y en apoyo a Ana Obregón y Cristina Pedroche. Y lo primero que pensé es que las dos aludidas no habían respondido aún a Risto, dos días después, pero ya tuvo que subirse al carro la Carrillo para su minuto y medio de gloria. Y, zas, tres horas más tarde mensaje en Instagram de Ana Obregón. Y ahí pensé: “¡Huy! Tal parece que se ha sentido más espoleada por Alba Carrillo que por Risto Mejide”. Y tiempo le ha faltado a Risto Mejide para poner negro sobre blanco.
Y escuchando a Risto se me ha ocurrido que en otro mundo, más ideal y más sano que este en el que vivimos, el mensaje de Ana Obregón en Instagram hubiera sido este: “Acabo de mantener una conversación telefónica con Risto Mejide. Le he llamado porque quería que me aclarase las palabras que pronunció el sábado 31 antes de las campanadas referentes a que hay que vender la pérdida de un hijo o un embarazo para tener audiencia. Quería que me aclarase si iban dirigidas a Cristina y a mí porque conozco a Risto, no mucho personalmente pero bastante a través de su trabajo, y no me encajaban en él esas palabras. Algo me chirriaba. Para empezar, Risto es padre, pero además es sensato y sensible (sí, sensible) y justo, muy justo, y mucho más aún coherente. Por eso sospechaba que no estaba entendiendo correctamente el mensaje que estaba lanzando. Me lo ha aclarado y, efectivamente, la pulla no iba ni contra Cristina ni contra mí. Él explicará personalmente qué quiso decir. Eso no me corresponde a mí. A mí me correspondía llamarle y preguntarle que quiso decir realmente, porque sus palabras me dolieron. Y su explicación me bastó. A Risto le gusta moverse en la polémica porque la domina precisamente por ser muy claro hablando, defender sus ideas, gusten más o menos. y por ser sincero. Y la respuesta que me dio fue sincera. Ojalá hablásemos más, pidiésemos más explicaciones, concediésemos más beneficios a la duda y pensáramos mejor de los demás. Ojalá no nos dejásemos llevar por vientos que lo único que buscan es revolver arenas para tirarlas a los ojos de otros y desaparecer. Ojalá no nos dejásemos utilizar por otros que lo mismo nos invocan como abanderados de su causa que nos convierten en carnaza de tiburones”.
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