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La espesura de Luis Mari Alonso

18 de Noviembre del 2010 - Francisco Manuel Domínguez Menéndez (Avilés)

Siento, Luis Mari, estar en total desacuerdo con la justificación que haces comparando principios amorales sin ninguna conexión, a no ser el adjetivo que define globalmente ambas conductas, sobre los que nos llamas a reflexionar. Tampoco entiendo qué pinta en todo esto Óscar Wilde y su condición sexual, a no ser que haya mantenido relaciones con menores, cosa que ignoro. Creo sinceramente que te encontrabas un poco espeso ante el ordenador.

Pues reflexionemos Luis Mari. Las conductas que tú equiparas, no son ni del mismo orden ni, tampoco, mensurables con el mismo patrón. La una, la llevada a cabo por Felipe González, tiene que ver con los crímenes de Estado, absolutamente reprobables y, aunque susceptibles de castigo penal, tiene la diferenciación con el caso del escritor Sánchez Dragó de que se produce entre iguales. Quiero recordarte que a pesar de llevar grabada en su frente la X de los GAL, Felipe González no fue reconocido por ningún tribunal de justicia como tal, si bien es cierto que después de oír sus últimas declaraciones no hace falta ningún tribunal que afirme lo que todos ya suponíamos. Creo sinceramente que Felipe González con tantas idas y venidas por el mundo de las ideas, está en la atmósfera de los dioses menores. Los dioses vivos.

Este vagar por el mundo de las ideas confundiéndose a sí mismos con pequeñas deidades, también parece que afectó a Sánchez Dragó. ¿Qué personaje público puede tener la ocurrencia de declarar su inclinación sexual hacia niñas adolescentes si no es con el ánimo de crear polémica, cosa habitual en este personaje, o pensar que él está por encima del bien y del mal y que la sociedad le va a reír la gracia?

Si creemos que un acto aberrante y punible llevado a cabo por una persona, se puede justificar utilizando argumentos comparativos de otro acto deleznable y también punible, perpetrado por otro señor, significa que hemos perdido el norte, o queremos confundir al respetable.

Estas formas argumentales son muy típicas de la clase política en general. Justifican las meteduras de pata actuales con las que metió la oposición en el anterior mandato. Siempre hay alguien que lo hizo peor. Lo que ocurre es que con estos recordatorios que todo lo justifican, el País, España, no avanza.

Sánchez Dragó debería ser cesado en Telemadrid, sino, Esperanza Aguirre estará premiando la amoralidad de un personaje estúpido que se ufana de haberse acostado con dos niñas de trece años. Los que somos padres entendemos muy bien la protección de los menores. Este señor, que es padre, parece que además de no entender lo que hizo, no le importa relatárselo a sus propios hijos.

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