Valores

Mis buenos amigos, que afortunadamente son muchos, ya habrán supuesto que no voy a referirme a valores bursátiles, sino a los de la otra bolsa mucho más importante y trascendente, que es aquella en la que se cotiza la calidad de las personas. Mi gratísima experiencia como profesor de Paleontología (ciencia de los seres antiguos) me ha dejado claro que el proceso de la evolución biológica que contempla el desarrollo de los seres vivientes constata que la Humanidad es la forma cumbre de ese desarrollo, que en los vertebrados cursa de los peces a los mamíferos, y dentro de estos últimos al hombre, con su espectacular incremento neural de la masa encefálica. La razón, otro valor esencial, por extrapolación posible de estos cambios evolutivos, puede explicar la transformación de humanidad en espiritualidad.

Los valores humanos son muchos y diversos, y yo invito a sugerir que nos detengamos hoy a pensar en un pequeño "paquete" altamente significativo en la mejora de la especie humana, por su potencia en la capacidad de progreso para todos, partiendo del "barro primitivo" biológico. De esa infinidad de valores, creo que se puede estimar como especialmente significativa la información, que es la ciencia y el arte de la "transmisión" de todos los valores. La información, hoy impartida por los medios de comunicación social (MCS), ha tenido y sigue teniendo un desarrollo fantástico, potenciado por las nuevas tecnologías informáticas de base material electrónica, como la inteligencia artificial, la ofimática y el diseño de algoritmos, que son medios que también presentan dos caras: una, el ahorro de personal, con lo que supone de economía y desempleo; y otra, la de atención deshumanizada al cliente, con grave pérdida de su orientación y confianza, que acabará repercutiendo negativamente en los negocios. La información ofrece el poder de su gran alcance y rapidez de difusión, y los posibles vicios que se dan en la manipulación de intereses; pues funcionando verticalmente, resulta ventajosa al hacerlo de arriba abajo, y dificultosa e ineficaz, de abajo arriba (llámeme Vd. previamente por teléfono, que lo pagará y no le atenderé). Los MCS, que se realizan por prensa, radio y televisión, son eficaces, pero con matices distintos. Personalmente, y habiendo participado durante años en todos ellos, yo los prefiero en el orden enunciado, que invita más a la reflexión inteligente del receptor. Estimo, nítida y categóricamente, que "sin prensa libre no hay democracia", cosa que deben considerar los políticos que no admiten las preguntas a los periodistas, con el consiguiente R.I.P. a las ruedas de prensa. Mala cosa para su prestigio.

La educación es el valor clave para la construcción de la sociedad; empieza con la enseñanza familiar, y sigue con las institucionales: básica, secundaria o media y universitaria, a las que felizmente he dedicado mi vida profesional durante casi medio siglo. En mi humilde criterio, la educación ha de ser "personalizada", con relación directa entre profesor y alumno, y en ella el educador o docente debe proceder como "orientador" del discente, mostrándole los problemas y sus posibles soluciones, con los pros y los contras de cada una, e invitándole a escoger entre ellas con criterios racionales y sensatos.

La ética es lo que se entiende por moral o buenas costumbres, para la correcta convivencia social. Sin respeto a la ética no cabe conseguir tampoco la felicidad, pues los seres humanos somos sociales, y esto es incompatible con la estrechez del egoísmo, y el egoísta solo puede disfrutar del "placer puntual", que depende esencial o exclusivamente de la suerte. Frente a la fatalidad de las vicisitudes que acontecen, hay que considerar también la diversa conformidad y templanza de las diferentes acogidas posibles, que dependen de nosotros.

La libertad es enemiga natural de la manipulación, la tiranía y el despotismo, y ya dejamos bien claro que "sin libertad no hay democracia posible" (sic).

La justicia es el valor que contempla y regula las posibles de acciones del protocolo y la cordial convivencia. Está diseñada por el poder judicial -al que pretende colonizar el ejecutivo- y está administrada y dispensada por los tribunales del Derecho. Toda sociedad civilizada debe aspirar a constituirse en un Estado de Derecho en el que el ciudadano pueda disfrutar de seguridad jurídica, y en el que el Gobierno respete escrupulosamente la Constitución.

Por último, nos referimos a la virtud de la responsabilidad: situación -progresivamente rara- en la que cada persona asume la plena respuesta de sus actos ante la Justicia, empezando por los que ocupan los más señalados cargos políticos y tienen las más transcendentes obligaciones. Las recetas para conseguir esto son bien sencillas, pues como dice el viejo refranero español: "El buen ejemplo cunde", y "No hay mejor predicador que Fray Ejemplo".

José María Casielles Aguadé