Papa Benedicto XVI: Santidad y Excelencia en la Humildad
En tiempos en los que los derroteros humanos, tanto en España como en el resto del mundo, caminan por la ausencia de valores mínimos, al menos desde los idearios que por doquier se pregonan. Gracias a Dios, existen estupendas excepciones que mantienen nuestra esperanza.
Recientemente se ha ido al cielo un hombre santo y sabio, el Papa Benedicto XVI, que ha dejado tras de sí una ingente obra de amor, desde una humildad santísima. Los legados escritos que nos entregó son el tremendo testimonio de su amor a Cristo, y por ende a la Verdad y al Hombre.
No he dedicado aún suficiente tiempo para meditar su obra, pero sus libros sobre la vida de Jesús son impresionantes. Hay que leerlos lentamente por su intensidad y profundidad. Las críticas sobre la excelencia y nivel del Papa no son concebibles. La accesibilidad a su contenido se podrá obtener por estudios y ensayos, o bien por la explicación de a quienes les corresponde.
Es admirable pensar en la admiración que produjeron sus escritos sobre la razón, la fe y la ciencia, que han producido admiración y crítica positiva en filósofos materialistas como Gustavo Bueno.
Los discursos en la Universidad de Ratisbona o en el Parlamento (Bundestag) alemán. Los magníficos pensamientos que explican la compatibilidad de razón y fe, o la crítica a los "Verdes" alemanes, tan preocupados por la ecología mundial, a quienes les lanzó la pregunta de si el hombre no merece una protección ecológica protegiendo sus niños aún no nacidos, entre otras ideas.
Es por ello que este Papa santo ha hecho mucho bien con poco ruido y mucho estudio y trabajo en la excelencia, en lo mejor.
Ojalá que lo que presume de ser el depósito del conocimiento, la Universidad. Y el colectivo que más calidad humana debería tener, el Gobierno, lean la obra de nuestro Papa Benedicto XVI y, reflexionando, se conviertan en lo que en España y en otras partes del mundo no son, los que enseñen el esfuerzo para adquirir la verdad, la defiendan y viertan esta en sus instituciones y legislaciones.
Descansa en el cielo y ruega por nosotros, querido Papa, bueno y sabio.
José Pedro Sancho Martínez
Oviedo
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