La peligrosidad del nacionalismo gallego
Centrados en los problemas con los independentistas catalanes y mirando siempre de reojo al nacionalismo vasco, se nos había olvidado casi por completo el nacionalismo gallego y su peligrosidad, a mí el primero, lo confieso, pero estos días me he dado cuenta del error. Recordemos que, en las últimas elecciones autonómicas en Galicia, Las Mareas, es decir, la franquicia de Podemos en esa comunidad autónoma, pasaron de tener catorce diputados a cero. Porcentualmente, yo no recuerdo un batacazo electoral mayor de ninguna fuerza política en España. Las divisiones internas y las chorradas de Las Mareas, algo que ahora estamos viendo en otras comunidades autónomas y a nivel nacional en UP, propiciaron que el BNG, que solo tenía 6 diputados autonómicos, pasara a tener 19, convirtiéndose en la segunda fuerza política en Galicia, solo por detrás del PP. El PSOE, que tenía 14 diputados, se quedó como estaba. Es decir, la responsabilidad de que los votos de la izquierda no nacionalista hayan ido a parar al BNG está muy claro de quién ha sido. Mucho me temo que esto no va a ser una singularidad y que lo veremos -de hecho, en menor medida ya lo hemos visto en el País Vasco- también en Cataluña.
He tenido un debate con nacionalistas gallegos y me he caído del guindo. Entonces me vinieron a la mente algunas cosas que me contaban mis amigos de Vegadeo y de Castropol, e incluso los de Ibias, cuando me parecía que exageraban. Ahora me doy cuenta de que para nada. También he recordado la polémica sobre el nombre de la ría del Eo, a la que el Gobierno de Galicia se empeña en denominar "ría de Ribadeo", como si la orilla este no fuera asturiana y en ella no hubiera importantes localidades. El nacionalismo, como un virus, ha impregnado las instituciones en Galicia y ha contaminado a todos los partidos políticos. Los nacionalistas gallegos, lo he constatado, son aún más mentirosos y más fanáticos que otros nacionalistas; también se han inventado un relato y, con total aplomo, te dicen cosas alucinantes esperando que te las creas. Les voy a transcribir exactamente algunas de las cosas que tuve que escuchar: "El reino, previamente llamado al-Andalus, cuyos habitantes se llamaban a sí mismos como ‘hispani’ y su reino como Hispania, es ese que queda entre Navarra, Aragón y Galicia". "Asturias jamás pudo ser un reino, era territorio de la Iglesia de Bretoña, sufragánea de Lugo, el reino se hubiera llamado, en todo caso, Reino de Bretoña". "Pelayo y Ramiro I no eran asturianos ni del Reino de Asturias, que nunca existió, eran gallegos". Estas tonterías, que parecen de mear y no echar gota, se las están enseñando a los niños en Galicia en las escuelas y a los jóvenes en la Universidad.
Los nacionalismos se parecen mucho a los fascismos y hay que tener mucho cuidado con ellos. Los nacionalistas, lo estamos viendo, son capaces de cualquier cosa, no se detienen ante nada y quieren imponer su relato y sus mentiras a los demás. Yo no sé si ellos se las creen, o no, pero cuando nos afectan hay que pararles los pies. En Galicia gobierna el PP y es bajo su administración que suceden esas cosas. Feijóo, tras tres mayorías absolutas, no solo no puso en su sitio a esos fanáticos, les dio alas. Así que tiene en eso razón la ultraderecha, el PP no ofrece garantía ninguna para parar a esa gente, ni a nivel autonómico ni a nivel nacional. En Asturias deberíamos, como es obvio, estar particularmente preocupados por este asunto, sobre todo si tenemos en cuenta que tenemos un Gobierno ineficiente, que no ha sido capaz de implementar la mayor parte de las partidas de gasto asignadas en el Presupuesto, y pusilánime con los que nos agreden, sea desde Madrid o sea desde Galicia, un Gobierno que tiene completamente olvidado al Occidente porque allí no hay tantos votos. Por supuesto, yo no tengo nada contra Galicia ni contra los gallegos, al contrario, allí estoy como en casa y tengo buenos amigos. Afortunadamente, la mayoría, como en todas partes, es gente cabal.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

