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Aprendizaje a lo largo de la vida

20 de Marzo del 2009 - José Manuel Rivas Yáñez

Los consejos escolares autonómicos y el Consejo Escolar del Estado, entre otras tareas, realizan anualmente un estudio sobre un tema educativo que sea relevante por su actualidad, mediante un encuentro que reúne a un nutrido grupo de representantes de dichos consejos escolares (CC EE). Durante este curso, se realizará el 19.º encuentro, que tendrá lugar en Cáceres en el mes de mayo, bajo el título: «El aprendizaje a lo largo de la vida».

El estudio del aprendizaje permanente resulta especialmente oportuno dada la situación económica actual en la que se desenvuelven España y buena parte del resto de las economías desarrolladas o emergentes. Una de las consecuencias más perjudiciales derivadas en la situación de crisis será la elevada tasa de paro de la población trabajadora; sin embargo esta situación, de por sí grave, puede y debe ser retomada por las administraciones dándole un renovado impulso para mejorar la formación de los trabajadores en general, tanto para diversificar y completar las competencias que han adquirido a lo largo de su trayectoria profesional como para incorporar otras competencias que supongan la posibilidad de integrarse en un renovado mercado desde las nuevas tecnologías. Es indudable que resultará imprescindible que frente a un modelo fracasado por la enorme desregulación del mercado financiero (por cierto, ya advertido en abundantes escritos con anterioridad a la crisis por Paul Krugman, premio «Príncipe de Asturias» y Premio Nobel 2008) se deberá reformar la economía en relación con un nuevo modelo de desarrollo sostenible, básico y equilibrado, y más acorde con un empleo estable que favorezca la cohesión social y la conciliación de la vida familiar. Si esto no se hace, entraremos en una etapa en la que los desequilibrios climáticos, energéticos y consumo reproducirán nuevas crisis.

Prepararse para esta nueva situación exige a todos un nuevo esfuerzo de formación. Los conocimientos, aptitudes y capacidades que adquirimos durante nuestra vida escolar y profesional no van a servir para siempre, como muy bien advierten los trabajos de la Comisión Europea, en un mundo acelerado en sus cambios. Es necesaria una actualización permanente en un modelo de desarrollo de la sociedad del conocimiento y la información. Una integración más decidida del aprendizaje en la vida adulta resulta esencial en el proceso ininterrumpido de formación permanente dentro de las tres categorías básicas de aprendizaje útiles: el aprendizaje formal que se desarrolla en los centros específicos de educación y formación, el aprendizaje no formal que se realiza paralelamente a los principales sistemas de educación y formación que no suele conducir a certificaciones formales, y el aprendizaje informal que se adquiere en la vida cotidiana a través de la experiencia.

Lo que está claro es que los ciudadanos sólo planificarán actividades de aprendizaje coherentes con el reconocimiento positivo de las respectivas competencias por parte de las instancias formadoras. Es por ello, por lo que se están elaborando, dentro del marco común de referencia europeo, normas desde la Administración para este reconocimiento de competencias, en relación con las previstas en el Catálogo de Cualificaciones, mediante la convalidación, acreditación o evaluación de las competencias que conduzcan a la adquisición de un título; este reconocimiento se tendrá que hacer de las competencias adquiridas en las tres formas de aprendizaje apuntadas: formal, no formal e informal, lo que permitirá a muchas personas, con titulación o sin ella, acreditar las competencias adquiridas tanto en su vida laboral como en su propia experiencia.

Las reformas previstas por la Comisión Europea para coronar con éxito la estrategia de Lisboa sobre educación y formación para el año 2010 urgen a la toma de decisiones por parte de los estados miembros, en orden a una serie de objetivos, entre los que se cita la importancia del aprendizaje permanente, en una Europa de la educación y la formación. La resolución del Consejo de 15 de noviembre de 2007 insistía en la necesidad de que las personas adquieran nuevas competencias para nuevos empleos y aumenten los niveles generales de competencia, proponiendo una educación inicial y continua de calidad para la consecución de competencias de máxima calidad.

En España, según la Encuesta de Población Activa de 2007, existen más de 13 millones de trabajadores (54,4%) que no han recibido preparación específica para el desempeño de un puesto de trabajo y más del 30% de adultos no poseen la titulación de ESO; en Asturias, ese porcentaje se coloca en torno al 20%.

Por ello, se hace más necesario agilizar las propuestas de la Administración educativa en orden a la acreditación de cualificaciones tal como se prevé en el proyecto de real decreto para la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o de vías no formales de formación. La oferta educativa para los adultos constituye en este momento uno de los ejes esenciales para evitar la exclusión del mercado de trabajo o incluso la imposibilidad de acceder a puestos de trabajo de mayor productividad y remuneración.

La Unión Europea hace mención, asimismo, de la importancia de la orientación como un proceso continuo de manera que los ciudadanos, a cualquier edad y a lo largo de su vida, puedan determinar sus capacidades, sus competencias y sus intereses. De esta manera podrán gestionar su vida personal desde el punto de vista de su educación y formación. También en este sentido, los estados europeos deberán reforzar sus servicios de orientación para ofrecer a sus ciudadanos un acceso más centrado en sus aspiraciones, proporcionando a éstos recursos de información fiables que abarquen todos los sistemas de educación y formación. Asturias, en este sentido, presenta una situación realmente envidiable.

Es necesario, pues, el concurso de toda la sociedad, trabajadores, empresarios y Administración. Una cortedad de miras por parte de un empresariado atraído por el beneficio a corto plazo no ocasiona sino un hiperdesarrollo que contiene el virus letal de crisis como la actual. Todavía no hemos aprendido que un desarrollo ajustado a las necesidades de la sociedad, equilibrado en su planteamiento, sostenible en cuanto a los recursos disponibles, justo con la fuerza laboral respecto de sus necesidades económicas es imprescindible para una evolución más acorde con el respeto a los valores de la solidaridad, trabajo y beneficio responsable, así como la paz social. Por cierto, valores que inculcamos en la educación continuamente, pero que también de forma permanente son puestos en cuestión por la permisividad ciudadana que ampara y, en ocasiones, exalta en los medios de comunicación, incluso en privado, a ciudadanos cuyo crecimiento patrimonial no está ni remotamente acorde con las rentas que perciben por su trabajo.

Es esta función esencial de la educación y la formación en pro de un crecimiento adecuado, acertada competitividad y cohesión social, por lo que la Unión Europea promociona una ciudadanía activa como prioridad clave en el proceso de Lisboa. Por ello, en relación con los valores descritos, existe una asignatura Educación para la Ciudadanía que instruye a los futuros ciudadanos en los valores que han propiciado un marco de desarrollo social en estos últimos años, basado en los principios y valores emanados de la Constitución española, tal como se determina en el artículo 27.2, según el cual: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales». Ello deviene en un compromiso sobre los valores constitucionales, mínimo común ético asumido por el Estado de derecho, que tienen expresión académica, pedagógica y didáctica.

Asturias presenta una situación de partida favorable en términos educativos para seguir desarrollando políticas de bienestar, según sostiene P. Krugman, mediante la intervención estatal en aquellos sectores más necesarios. Invertir más en el espacio educativo debe seguir siendo una prioridad, dentro de un acuerdo global con los agentes sociales. El aprendizaje permanente debe tener una cierta correlación con las demandas del mercado porque los ciudadanos no querrán invertir tiempo, esfuerzo y dinero si los conocimientos, aptitudes y experiencias no son reconocidos para su carrera profesional. Asimismo, no lo desearán si sus contenidos y métodos no integran correctamente sus perspectivas culturales y experiencias vitales. El principal activo de nuestra comunidad son sus ciudadanos y la educación permanente el eje de una política esencial para el desarrollo, la cohesión social y el empleo.

Pero para este reto, es obligado un marco de cooperación para la utilización de todos los recursos, así es importante cambiar las formas de organización del trabajo para que las personas puedan compatibilizar el mismo con la vida familiar. De poco vale exaltar la familia y «llenarse la boca» con su defensa, si en el ámbito laboral se exigen jornadas laborales inadecuadas que no contemplan el cuidado de los niños en etapas tempranas. El beneficio empresarial no puede pasar por encima de la racionalización de la vida familiar en la que descansa gran parte de la educación de sus hijos. La ética en esto también tiene mucho que ver y tendremos que defenderla desde este punto de vista. No podemos solicitar la participación más activa de la ciudadanía en la vida pública moderna si no encontramos un marco social más razonable. En definitiva, promover la ciudadanía activa y mejorar la empleabilidad son dos objetivos del aprendizaje permanente.

José Manuel Rivas Yáñez, presidente del Consejo Escolar de Asturias

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