Lo peyorativo y lo insidioso y los esperpentos
Cualquiera de estas palabras encierran intenciones de hacer daño, de perjudicar a alguien, de ridiculizarle o de desprestigiarle, algo relativamente frecuente en las altas instancias tanto de lo social como de lo político. Pero es en la esfera de la cosa pública en donde se da con más virulencia, llegando las cosas a tal nivel que rozan el esperpento, un género literario que parece que fue inventado por Valle Inclán para exagerar los rasgos más grotescos de la realidad, una caricatura social que se corresponde con la que se lleva viviendo en nuestra sociedad en los últimos tiempos.
Una especie de tragicomedia entre lo ridículo y el absurdo, una hipérbole de resultado inquietante que genera un alarmante distanciamiento entre la sociedad y la política. Alarmante y preocupante porque está en juego la salud de la democracia, que se encuentra en sus horas más bajas y que no parece que pueda mejorar a corto plazo.
Pero como hay que ser optimistas, porque lo contrario no sirve de nada, brindemos por el presente, por el futuro y porque desaparezca de nuestras vida lo peyorativo, lo insidioso y cualquier otro de los muchos males que la modernidad ha traído a nuestras vidas.
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