Bluff obamatero
Dos años han bastado para que el conjuro «Yes, we can» o «jamalají, jamalajá...» del esperado brujo o mesías progre norteamericano comenzase su Crash. Con el 10 por ciento de paro y un déficit público de más de 1,4 billones de dólares, en la Reserva Federal ya no saben qué hacer. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde erró el «sumo sacerdote» para que aquel conjuro no funcione o qué prometió y no cumplió? Para empezar, parece ser que el señor Obama no tenía ni idea de economía al presentarse a las elecciones. Con insuficiente experiencia como senador y, eso sí, con su sobrante «pose y voz mediática» se lanzó a la aventura del clásico y apasionado «trilero» demagogo de izquierdas. Le urgía más «encantar» que liberar a ese número ingente de la progresía y de la entonces económicamente sacudida clase media norteamericana. Le urgía aprovechar la ocasión. Ser presidente estaba en su mano. Era un buen momento para focalizar todos los males en la actuación del Gobierno de Bush, achacándole la falta de regulación de los mercados financieros, cuando... el cáncer de toda la economía occidental hunde sus raíces en el «pleistoceno» de economías y gobiernos norteamericanos, de uno u otro signo. Todos sabemos lo que pasó después, Obama ganó y encantados, a esperar el «efecto taumatúrgico» o milagrero de esa «nueva presencia». Tras invertir más de 800.000 millones de dólares en estímulos económicos y prestar a la banca casi 400.000 millones, nada le funciona.
Y aparte de la economía, ¿qué decir en temas sustanciales en los que, el ser humano y la sociedad, se juegan su futuro? Reconozcámosle más acierto que error en el asunto de eliminar gastos militares y presencia de tropas en el mundo pero ¿y en los asuntos gravísimos del aborto, matrimonio homosexual y el «conchabeo» con sus lobbys millonarios y las nuevas autorizaciones para «jugar alegremente» con eliminar seres humanos en lo celular embrionario, etcétera? son, fundamentalmente, en estos asuntos de la vida y dignidad del ser humano, en que se mide el fondo o la nada de las aspiraciones de un político, los que ya hacían presentir la farsa de toda aquella multitudinaria ceremonia del juramento de Obama, con Padrenuestro allí rezado por todos, incluido. Especie ésta de sincretismo para quedar bien con todo pensamiento socio-religioso, aunque, como se muestra en la práctica presidencial, el ser humano acabe más tarde en los contenedores reales de un quirófano y de la política.
Y ahora el «Tea Party», manejado como coartada de los «media Pro» y «prisanestesia» de la España ZP. Insultando inteligencias ignorantes, camuflando el «tocino» de lo que pasa en USA, con la «velocidad» de lo que pasa por aquí y amenazando: ¡Ojo al Doberman! Pero ¿qué tendrá que ver el «Tea Party», de confesiones ultras puritanas, con aquellos que allí o acá «se mojan» defendiendo la vida, al pobre y la dignidad humana y del matrimonio? También ZP es ultra de izquierdas (no sé si puritano o lo aparenta) para ganarse, con trampas y engaños, los favores de los radicales y poco se dice del enorme número de «desencantados» (de aquí y de allí), jóvenes y progres que dejan plantados a Obama y ZP. En fin, dos cuñas de la misma madera, pero «Tero» todavía nos dice que esto no va con él.
Un «bluff» obamatero desinflado. Fácil de adivinar a poco que se medite el comportamiento de grupos e intereses humanos en pos del poder: «No es posible nueva estructura sin nuevo hombre». ¡El cuento de nunca acabar!
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