Hai SOMA pa ratu

17 de Noviembre del 2010 - Avelino López Díaz (Oviedo)

Estos últimos días anduve por ahí con los del SOMA. Con sus «chupas» de cuero y sus gabardinas guateadas.

Inconfundibles, porque llevan grabado en el rostro el estigma del esfuerzo, de la caña, del pozu mismu.

Celebra el sindicato el centenario de su fundación sin grandes algaradas, como fue la filosofía de vida del fundador, Manuel Llaneza, un rapaz inquieto que impulsó las casas del pueblo para que todo no fuera enfilase y andar a palos. Un logro de aquel minero andariego, «miloficios» que fue Manuel Llaneza.

Su nieto Arístides, hijo y nieto de mineros y sindicalistas, heredero de gente del monte, hacía elogios del desarrollo experimentado estos últimos años por el sindicato fundado por su abuelo.

Los Llaneza sufrieron mucho en aquellos duros años de la dictadura primorriverista y aún después en la Guerra Civil, el exilio.

Y pese a ese esfuerzo no quisieron prebendes cuando se les ofreció «el oro y el moro». Siguieron con los suyos en Mieres.

Mi propio padre compartió con el de Arístides monte y sacrificios. Este Arístides, mostachón como yo, somos de la misma añada: 1947.

Acaso yo debería haber nacido en México, Francia o Argentina, pero me nacieron en Latores, cuna de rancio sabor socialista. El viejo Amado «el Roxu» se negó a embarcar porque una moza galana –mi madre– lo esperaba en una aldea de entre los montes de Nava-Cabranes, en Camás.

Por tanto no hubo otra opción más que tirarse al monte. Y allí, en aquella especie de santuarios, estaban los socialistas, los guerrilleros del SOMA.

Estos nuevos cachorros del SOMA-FIA- UGT se muestran orgullosos de sus ancestros, de lo conseguido. Pero, en justicia, piden más.

Al frente de esta «troupe obrera», mi «cuate» José Ángel, con el que compartí en los años de lucha, de oprobio.

De cuando yo cantaba aupado a un carro del país aquellas estrofas del disco: «Ni rejas ni fronteras»:

«…de la mina salgo amigo,

de la mina compañero.

Soy minero barrenero,

ven conmigo, compañero»

Dicho sea en versos frescos de Rafael Alberti.

Yo elegí el camino de los juntalíneas, esos que no dormimos a pierna suelta como el común de los mortales, porque ahí afuera nos espera la noticia.

Estuve por ahí con ellos, con los del SOMA, a golpe de vino «carlón» y caldín de pita, mientras mostraban con orgullo las fotos de esos cien años de lucha y sacrificios. De cuando los amigos y –por qué no decirlo !coño!– los compañeros hubieron de encerrase en los pozos.

En esos momentos duros para los mineros, el ex presidente Rafael Fernández me dijo a las puertas mismas de la Audiencia Provincial: «Hay que presionar para que no nos tomen el pelo».Y gobernaba el PSOE.

Esa ósmosis, al parecer, no se está produciendo ahora. Recientemente el líder minero José Ángel Fernández Villa lamentaba la notable ausencia de compañeros del partido hermano en los actos conmemorativos del sindicato minero.

Esos comentarios de D. Rafael, en la propia voz del hijo político de otro grande del sindicato: Berlarmino Tomás.

Pues, mira por dónde, yo andaba preocupado por el estado de salud de José Ángel, porque ¡maldita sea! este amigo tiene mala suerte con las lesiones.

Lo abordé una vez más, por si no fueran pocas, a la entrada de LA NUEVA ESPAÑA, donde hubo tumulto elocuente para oír a los líderes del sindicato.

Ufanos estamos todos los asturianos por que el sindicato haya cumplido cien años, que a buen seguro serán más.

Para el cierre de estos actos se programa una cena en un conocido restaurante de Asturias.

«Es que sois la hostia los asturianos».

Eso, en palabras del secretario general de UGT, Cándido Méndez, suena a elogio para una rama del gran árbol –un sindicato– que lo ha dado todo y que –aviso a navegantes– lo va a seguir dando. Pese a las restricciones que se anuncian en el horizonte próximo.

Que anden con cuidado, que éstos no se andan con «hostias». Con ellos no se juega, con los mineros, con el sindicato. Se van a dejar la piel en el intento: Yo estaré con ellos. No hace falta que lo pidan. No sólo para certificar su esfuerzo, sino para acompañarlos en los momentos dulces, con canciones, que siempre fueron suyas:

«… Araquistáin, Jaime Vera, Llaneza y su sindicato,

a defender la clase obrera, ¡adelante! proletarios», cantaba en el tardofranquismo.

Ésos son mis paisanos, los mineros del Fondón, a pecho descubierto, abriendo brechas por su futuro incierto. Con decisión.

Rememorando aquellos días de la fundación del sindicato, una fecha que representó uno de los acontecimientos más importantes de nuestra reciente historia.

Por lo visto estos días. Hai SOMA pa ratu, compañeru.

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