Valses y montañas
Existió una vez un mundo que se pudo llamar Ruritania, Zenda, Syldavia o Kakania. Una novela como la “Marcha Radetzky” es un interesante fresco que cuenta la descomposición de una corona imperial y real. Están los austríacos emparentados con los bávaros. Austria es regionalista y local. Luis II de Baviera sería un hombre atormentado e hipersensible, pero de exquisita sensibilidad artística y estética muy extravagante, ecléctica y neomedieval. Emperadores, archiduques y duques. Siempre he sentido predilección por los cómics de Tintin que tratan del país imaginario de Syldavia, cantado por los españoles de “La Unión”. También el belga Hergé habla de Borduria. Y nuestro cineasta Luis Berlanga introduce en sus pelis muchos guiños al romántico, decadente y suntuoso “Imperio austro-húngaro”, desaparecido en 1919. Siento un ensoñador interés por una EuropaEuropa, donde países democráticos y parlamentarios como Francia o Reino Unido eran una “rara avis”, todavía después de la Primera Guerra Mundial. Lo imperial y hogareño, los vasallos campesinos más o menos manumitidos, una sociedad tradicional pero también muy culta en Europa central y oriental, austro-magiar, rutena, transilvana o así: cruce de germánicos, magiares, eslavos, italianos del norte, balcánicos y turcos. Austria, reducida hoy a una pequeña república europeísta, muy democrática y social, inequívocamente defensora de los derechos humanos avanzados, estuvo muy unida a la muy relevante dinastía de Otto de Habsburgo, longevo europeísta y gran intelectual. En una Europa de imperios centrales y polvorín de nacionalidades sojuzgadas, Austria era muy muy conservadora, muy de tradición católica, pero Viena fue cosmopolita y “roja”, muy vanguardista en pensadores, artistas y movimientos artísticos de suprema calidad. Es fascinante la historia de ciertas partes de Europa, con reminiscencias de Sissi Emperatriz, con palacios impresionantes, aspectos monumentales valorados con todo el esmero y dedicación posibles. Europa ha sido durante mucho tiempo avispero de pequeñas patrias, muchas de ellas con una impronta muy autoritaria, que dio lugar a guerras mundiales. Austria es un país muy tranquilo y seguro, de alto nivel de vida. Alpino y de una gran adoración por Mozart, Haydn, Schubert. La película “Vida oculta” y el saludo de Servus, sencillos aldeanos, excelente cerveza y vino, Zwarzenegger, culta Benita Ferrero-Waldner. Musil fue un gran escritor austríaco que reflejó las postrimerías del mundo imperial de Kakania, imperio multicultural de lengua y usos germánicos, con 14 nacionalidades en su seno. Pero el gran escritor de Europa, por esa época, fue Stefan Zweig, de origen judío cosmopolita y autor de una gran obra prolífica, en la que destacan ensayos, biografías y novelas. Stefan Zweig, Musil, Freud, Kelsen, los socialdemócratas Kautsky y Otto Bauer, Popper y Klimt, Hayek y los artistas del movimiento “Sezession” son muy representativos. Así como los actuales Elfriede Jelinek o Peter Handke. Austria es país social de bienestar, tarta Sacher, cafés, Tirol y “El tercer hombre”. Patria de Rilke, “el poeta de Europa”, de lagos, paisajes y valses, músicos excelsos.
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