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Vuelta al absurdo

26 de Marzo del 2023 - Carmen González Casal

Últimamente, nos llegan noticias, sucesos, hechos… que voy a calificar de absurdos. Absurdos en cuanto que son contrarios a la lógica o a la razón, difíciles de entender, según define este término la Real Academia Española. Término -del absurdo- que también se asocia a la filosofía de Camus y Kierkegaard, como precursor del «absurdismo» filosófico, y que acuñó sobre todo el teatro estadounidense y europeo de 1940 a 1960 por ser la incoherencia, el disparate y lo ilógico los rasgos más representativos.

Actualmente, avanzando raudos hacia el primer cuarto del siglo XXI, vuelve a estar de moda el absurdo, pero en la vida real, en las leyes, en los hemiciclos, en los pasillos del Congreso o del Senado, en la moda pues no hay más que ver los estrenos de las pasarelas mundialmente conocidas.

Podría hacer un elenco de absurdeces, pero me voy a centrar en algunas de las más recientes, donde el desatino y la incongruencia se ponen de manifiesto. Y quiero hacerlo desde el respeto que merecen las personas y las instituciones, pero también desde la verdad, la coherencia y la sensatez.

Estamos ante una crisis demográfica tremenda. En España -y de manera especial en Asturias, donde persiste la bajada de la natalidad por tres años consecutivos y donde se ven más perros que niños-, estamos notando sus consecuencias. No obstante, la tramitación de la «ley animal» se ha hecho por la vía de urgencia pues se considera de gran importancia para la sociedad, prohibiéndose «el sacrificio de animales de producción y los utilizados para experimentación o fines científicos», entre otras muchas prohibiciones al respecto.

Sumario: Una mirada crítica a una sociedad regida por la incoherencia, el disparate y lo ilógico

Destacado: ¿No sería más lógico potenciar la natalidad y ayudar a las familias promoviendo leyes, ayudas económicas a la vivienda o a la educación y así favorecer que tengan más hijos?

Sin embargo -y tristemente-, tras el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre el recurso de inconstitucionalidad de la ley del aborto, son los no nacidos los que ahora carecen de protección ante la ley, eliminando además la necesidad del permiso paterno para que menores de 16 y 17 años puedan abortar sin ningún tipo de cortapisas. No era así en la Grecia clásica, donde ya había médicos que se negaban a practicar cualquier tipo de aborto por su juramento hipocrático. Siglos más tarde, en 1972, el medico abortista estadounidense Bernard Nathanson se convierte en un defensor provida al observar un aborto en tiempo real, con el desarrollo de la ecografía. ¡Cuántos avances en este sentido desde entonces!

Por otro lado, a mediados de enero se formó una escandalera entre el Gobierno central y el autonómico de Castilla y León. El motivo no fue otro que la introducción de un protocolo de aplicación de la ley del aborto en esta comunidad dando la posibilidad a la mujer que se plantea abortar de visualizar la ecografía, escuchar el latido del bebé, facilitar atención psicológica o ayuda económica en el caso de seguir adelante y no abortar. En cuestión de horas, bajo una presión política y mediática tremenda, como si se tratase de una coacción a la mujer que quiere abortar, el Gobierno de Castilla y León, apelando al diálogo político, concluyó con un «donde dije digo, digo Diego», por miedo -no veo otro motivo- a que les pasase factura electoral.

Junto a esto, convivimos a diario con una advertencia impositiva: la de las cajetillas de tabaco donde con letras grandes y en negrita se dice: «Fumar mata» o «Fumar daña los pulmones». Sin embargo, ante tan imperativo consejo nadie se escandaliza, al contrario, porque entendemos que puede disuadir de algo malo, aunque nunca tan canalla como un aborto, teniendo en cuenta, además, que a la que se plantea abortar solo se le sugiere, y nunca se le obliga, escuchar los latidos del feto.

Yo me pregunto -y conmigo mucha personas con sentido común-: ¿Si la situación demográfica es tan alarmante, ¿no sería más lógico potenciar la natalidad y ayudar a las familias promoviendo leyes, ayudas económicas a la vivienda o a la educación y así favorecer que tengan más hijos? ¿Por qué salvaguardar la dignidad de los animales y pisotear los derechos de los que no se pueden defender, teniendo en cuenta, además, que ese embrión contiene toda la información genética necesaria para que ese nuevo ser se desarrolle hasta su condición de adulto vivo?

Mientras se dé primacía a lo ideológico sobre lo lógico; mientras algunos programas políticos asuman las reivindicaciones de las minorías y las apliquen totalitariamente al resto; mientras haya dos varas de medir y mucha hipocresía, perviviremos con la incoherencia, el disparate y lo ilógico, esos rasgos que caracterizaron en el siglo pasado las obras de Ionesco o, aquí en España, de Miguel Mihura o Fernando Arrabal, máximos exponentes del teatro del absurdo, con una diferencia fundamental: ahora no se trata de una representación teatral, estamos ante la vida misma, nuestra vida, nuestro futuro, el de nuestros hijos y nuestros nietos.

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