La Nueva España » Cartas de los lectores » Tribuna » Gracias por los servicios prestados y por una vida consagrada a la Medicina, a la Docencia y a la Investigación

Gracias por los servicios prestados y por una vida consagrada a la Medicina, a la Docencia y a la Investigación

6 de Marzo del 2023 - María del Carmen Inés Fuenteseca

“Gracias por los servicios prestados”, fue el texto de la carta institucional de su jubilación, que encontró el Dr. Mosquera encima de la mesa de su despecho en el INS.

(*) Quiero hacer la aclaración de INS para todos ustedes. El INS que conocimos, es decir, con siete unidades de hospitalización Neumológica y todos los servicios pertinentes, Radiología, Fisiología Respiratoria, Laboratorios, Cardiología, Anatomía Patológica, Unidad de Cuidados Intensivos, Departamento de Ingenieros, Servicio de Prevención, Consultas Externas y demás departamentos administrativos, fue un hospital autónomo, dedicado a los pacientes y a la investigación, con proyección nacional e internacional, de ahí que lo que ahora figura como tal no tiene ninguna relación, con lo que fue esta institución sanitaria, probablemente, aunque con las mismas siglas, los fines ya no sean los mismos.

Volviendo al texto “Gracias por los servicios prestados”. ¿Alguien institucionalmente se ha preguntado alguna vez si estos profesionales, entre ellos el Dr. Mosquera, no podrían haber seguido prestando su talento, natural y acumulado a lo largo de una dilatada y brillante experiencia, en campos como la docencia o la investigación? Por lo menos, habría que preguntar a aquellos profesionales en pleno uso de sus facultades, y respetando su libertad, si realmente quieren seguir siendo útiles a la sociedad y que todos nos pudiéramos beneficiar de su sabiduría. Estamos hablando de vidas humanas, y es lógico que para el médico en su código ético figure esta premisa: salvar pacientes.

El Dr. Mosquera formó con esmero a generaciones de médicos residentes en Neumología que más tarde demostraron que el esfuerzo del jefe de servicio mereció la pena. El Dr. Mosquera tenía varias premisas inalterables que conformaron su profesionalidad y bonhomía, pero sobre todo la dedicación sin límites a su trabajo, es decir, a los pacientes y su mejoría. Para él, no había ni sábados ni fines de semana, si se trataba de preparar bibliografía, sesiones clínicas y publicaciones. Muchas veces estaba en su despacho desde el amanecer, estudiando. Un servicio de 238 a 240 camas y un staff y residentes de 32 a 38 médicos necesitaban mucho esfuerzo y dedicación y él lo hacía con la alegría de trabajar en algo que le apasionaba: la Medicina. Era ante todo un hombre serio, de esos para los que la palabra es ley, aunque gozaba de un fino sentido del humor. Su carácter era recio, sin concesiones a lo superfluo, sin genuflexiones, y mucho menos a la mentira, contarle una picia en una sesión clínica era imposible, allí se iba con los deberes hechos, y esto sucedía todos los días a las 14.00 horas. Tampoco permitía demoras en las pruebas diagnósticas, y eso también era ley.

La imperiosa necesidad de escuchar a los pacientes era otra tónica de su magisterio, siempre decía: de ahí se obtiene una gran información, vital en muchos casos. Confío en que al Dr. Mosquera también lo hayan escuchado en su hospitalización en el HUCA, creo que solo pedía un marcapasos…; escuchar es una forma de generosidad, de eso el Dr. Mosquera andaba sobrado.

El Dr. Mosquera no quería oír hablar del término “media de días de estancia hospitalaria”, para él eso era una manera de maniatar a la profesión médica; los días de estancia serían los necesarios para cada caso, los pacientes tenían que salir diagnosticados y con el tratamiento adecuado, nunca se replegó a las exigencias institucionales del límite de estancia, los pacientes no son un número ni un “gasto de una cama hospitalaria”, son seres humanos, y con todos los derechos a usar una sanidad pública sin cortapisas.

Le gustaba investigar y reclutar casos interesantes y buscar soluciones a través de la lectura científica, y para ello ideó una sesión bibliográfica semanal, con el fin de que todo su equipo se involucrara en este cometido.

La figura de un gran hombre y de un gran profesional acabó trascendiendo a los EE UU; allí, en la Clínica Mayo en Rochester (no muy aficionada a llevar españoles para sus conferencias magistrales), fue invitado el Dr. Mosquera en dos ocasiones, y su trabajo sobre silicotuberculosis quedó en los anales de la Mayo como un referente tan extraordinario que se le “cortejó” para que se quedase allí. Su portentosa memoria fue capaz, en una de las conferencias, de recitar 700 citas bibliográficas sin papel.

In Memoriam Dr. José Antonio Mosquera Pestaña, jefe del Servicio de Neumología del extinto Instituto Nacional de Silicosis (INS*)

El Dr. Mosquera no quería oír hablar de media de estancia hospitalaria: los días serían los necesarios para cada caso, los pacientes tenían que salir diagnosticados y con el tratamiento adecuado

Las instituciones sanitarias no se puede decir que fueran generosas con él, porque, entre otras cosas, luchó por su servicio hasta el final -pueden valorar el verbo “luchar” como quieran, a buen entendedor…-, pero la Universidad también fue “ahorrativa en su valoración”, por no decir otro término, con el Dr. Mosquera, el cual además de un brillantísimo expediente académico y de publicar en las mejores revistas médicas del mundo, obtuvo un doctorado cum laude que no fue ni mucho menos recibido como se merecía, teniendo en cuenta que los alumnos de nuestra Facultad de Medicina de entonces no escatimaban tiempo para asistir a sus sesiones clínicas diarias en el INS. Nuestra Universidad le concedía el Venia Docentis y profesor asociado, porque titular quizás era demasiado… El Dr. Mosquera no era envidioso, solo muy trabajador.

Así pues, vemos que la generosidad estuvo siempre presente en su camino; para ello también contó con la ayuda inestimable de su mujer, Cristina, y de sus hijos, Kity y Toni, que supieron lo que era ver a su querido padre algunas horas, pocas al día, pero entendieron que el INS también formaba parte indisociable de su vida.

Ahora, Dr. Mosquera, tendrá usted toda la eternidad para investigar y curar, en el cielo donde habita se encontrará a todos los compañeros del INS, de su profesión y de cualquier estamento del hospital, porque los conocía a todos/as, y era recíproco el cariño y el respeto, que ya no están aquí en esta tierra tan zarandeada por la incertidumbre y la injusticia.

Para terminar, señores responsables de la sanidad pública, inviertan en ella, sus profesionales han ayudado sin descanso, incluso con sus vidas, a resistir una pandemia; inviertan en algo tangible y que beneficie a la sociedad y dejen de escandalizarnos con gastos en trenes que no entran en los túneles o no pasan los puentes, o en aeropuertos fantasma, etcétra. Inviertan en Salud y en Educación, estamos cojos y nuestras vidas y formación se tambalean mientras se juega a la superficialidad.

Dr. Mosquera, gracias por los servicios prestados… a la sociedad.

Un abrazo para su mujer, Cristina; sus hijos, Kity y Toni, y para sus queridos compañeros de investigación de Inclínica.

A todos los profesionales jubilados de la Sanidad que hayan recibido tan “ilustrada misiva institucional”.

Cartas

Número de cartas: 45539

Número de cartas en Junio: 166

Tribunas

Número de tribunas: 2067

Número de tribunas en Junio: 10

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador