La mentira
Define el Diccionario de Uso del Español de María Moliner mentir como "decir cosas que no son verdad para engañar". Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua afirma que la mentira es "expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, cree o piensa". A su vez, el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 2482 establece que "la mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar", añadiendo en el número siguiente que "la mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error". Si pensamos en el momento actual, me atrevería a matizar una definición de la mentira como "decir lo que me conviene en el momento, sin intención de cumplirlo si mi interés cambia".
Evidentemente, el que dice mentira es un mentiroso, y tanto a lo largo de la historia como en el momento presente, a nadie le gusta relacionarse con un mentiroso por evidentes razones de supervivencia, de tendencia a desarrollar una vida íntegra. La mentira, en cualquier ámbito supone una actitud deplorable, de forma que la educación en familia y la instrucción en la escuela han de estar orientadas a inspirar el respeto a la verdad en las personas.
Para los católicos, el ideal de la Verdad -con mayúscula- es el seguimiento a Jesucristo, puesto que su persona es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan, 14,6,14), y la Verdad os hará libres (Juan,8,31). El tiempo de Cuaresma en el que nos encontramos constituye un momento de reflexión acerca de la dirección que llevamos en nuestra vida, como preparación a la celebración del misterio de la pasión, muerte y resurrección, memorial que tiene su desarrollo en la eucaristía y su epicentro en el tiempo litúrgico de la Pascua de Resurrección. Pero, para cualquier persona de buena voluntad, ¿no es la búsqueda de la verdad una brújula que orienta su vida?
De este modo, en la vida diaria de cada uno hemos de buscar la verdad, seguirla y tratar de recuperar su correcta valoración, su consideración como principio rector de todas las actuaciones y comportamientos. Lo que ha de comenzar en nosotros (individualmente) y expandirse a toda la sociedad. Y esto supone, para todos, discernir sobre las posiciones, acciones y actitudes a adoptar, también y sobre todo en el ámbito del ejercicio de nuestros derechos civiles y políticos, que van a tener repercusión en la sociedad pues como ya decía explícitamente para los católicos el documento "Católicos y Vida Pública", de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal, de 22 de abril de 1986: "No es exagerado decir que en adelante la marcha de nuestra sociedad, el tono moral y humano, y aun el mismo bienestar de las nuevas generaciones dependerán en buena parte de la generosidad y del acierto con que los católicos seamos capaces de asumir nuestras responsabilidades específicas de manera personal y asociada en el seno de las instituciones temporales, en el tejido mismo de nuestra sociedad, en todos los barrios de las ciudades y en todos los pueblos de España" (Número 186).
Si la Verdad orienta tu vida, ¿te vas a dejar dirigir por mentirosos?
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