Mi asombro es infinito
En LA NUEVA ESPAÑA del miércoles 10 de noviembre leo dos noticias que, cuando menos, no dejan de asombrarme.
La primera dice así: La «justicia» (no tengo más remedio que entrecomillarlo en este caso) obliga a retirar los crucifijos de un colegio de Badajoz.
Eso se llama ganar batallas, señora y señor de la familia de Almendralejo (Badajoz), que ustedes solitos han conseguido que el colegio de sus hijos retirara los crucifijos de las aulas.
¡Estupendo! ¡Viva la democracia! y ¿al resto de padres y madres también les estorbaban los crucifijos? O sea, señor socialista desde los dieciséis (16) años (esto último también lo he leído en la misma noticia), que, por lo visto, quien manda en el colegio de sus hijos es usted y lo demás es historia.
¿Qué dice el Gobierno al respecto? ¿Quitamos todo lo que nos estorba a nosotros? Muy bien: comenzaremos por el Gobierno.
Señor socialista (siento tener que nombrarlo así, pero ignoro su nombre), ¿no cree usted que eso es pasarse de revoluciones? ¿A quiénes les estorbaban los crucifijos? ¿Eso es igualdad? Y digo esto porque hace poquito tiempo he oído al señor Zapatero hablar en televisión de igualdad para todos (...).
Al lado de esta noticia viene otra que me causa verdadera pena y dolor, y que es muy posible que a estas personas que les estorban los crucifijos en el colegio de sus hijos no les importe lo más mínimo. La noticia dice así: La neumonía mata al año 1,5 millones de niños que no tienen acceso a la vacuna. Esto sí que es terrible, señor socialista ¿no cree usted que hay muchos motivos para preocuparse por el bienestar de niños y mayores y no por la retirada de símbolos religiosos? ¿Qué pensarían ustedes si alguno de sus hijos muriera (Dios no lo quiera) a consecuencia de una neumonía por carecer de recursos económicos para costear la mencionada vacuna? ¿Dígame si usted, señor, se preocupa tanto del hambre que pasan esos nueve millones de españoles/as que viven por debajo del umbral de la pobreza? (ahora con la ¿crisis? serán más). Eso sí que es dolor, señor socialista, y no el que pudiere causar un símbolo religioso que, para más coña, usted no va a ver en el colegio al que asisten sus hijos a clase si no es que vaya al referido colegio de visita.
Preocupémonos más del hambre, carencia de medicamentos, atención médica y mil y una necesidades que millones de personas no pueden conseguir por falta de recursos económicos y que aguantan como pueden silenciosamente en sus casas que, en infinidad de casos, ni eso tienen. Por favor, señor socialista, seamos más solidarios. Muchas gracias.
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