Bartolo se secuestra solo
Aunque cualquier hispanoescéptico con cerebro siempre sabe que su Gobierno le miente, cada vez que escucho a nuestro presidente contar las milongas que cuenta, por una incomprensible e injustificada asociación de ideas, me viene a la mente el "figura" Bartolín, "héroe" patrio de la lucha antiterrorista que hace 25 años tuvo a todo el país con el alma en vilo, en previsión de un inminente desenlace fatal.
Examinemos los hechos a ver si la evidencia se ajusta a la tesis, y de paso nos evadimos un poco del exceso de mugre legislativa y ejecutiva que nos rodea.
Es 28 de mayo de 1998, poco después de atardecer, cuando una llamada en nombre de la ETA al "Diario de Jaén" asegura que Bartolomé Rubia, "Bartolín", 26 años, concejal de Juventud, Cultura y Deportes del PP en La Carolina, ha sido secuestrado.
Tras recibirse otra llamada en la Delegación del Gobierno, la noticia corre como la pólvora, no en vano año y poco antes la ETA había secuestrado y ejecutado a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP.
Saltaron todas las alarmas, todos con el corazón en un puño, cada uno en su casa luchando por la democracia, cuando de pronto, 29 de mayo de 1998, casi medianoche, Bartolín aparece. ¡Bartolín está vivo!
Aunque no se ha confirmado, algunos han comentado que su "progenitor no gestante", nada más verle, le atizó dos sonoras bofetadas, una de "izquierdas", otra de "derechas". Incluso el Alcalde no pudo reprimirse y dijo: "En todas las familias hay un tonto y a mí me ha tocado este".
El caso es que el dinámico concejal entra por su propio pie, en buen estado de salud física, pero sin documentación, en una Comisaría de Policía en Irún (Guipúzcoa); allí realiza un pormenorizado relato de su rocambolesco rapto.
Una pareja de etarras embozados, estilo Swat, le encañona "en el estómago" en el garaje de su casa, le suben a un taxi y se desplazan a la estación de tren de Linares. Allí los etarras y el aterrado Bartolín toman el tren de Madrid. Durante el viaje, dice, le echan algo en la Coca-Cola y se queda sobao.
Sobao (en brazos, suponemos, de la ETA) hace transbordo al tren de San Sebastián, donde con una bolsa de basura en la cabeza es introducido en una furgoneta por otra pareja de etarras.
Sin embargo, en un momento de descuido de estos, Bartolín logra huir saltando en marcha del vehículo y tirándose por un terraplén, como en las películas.
Uy, uy, uy... efectivamente, la policía, tras comprobar que las llamadas en nombre de la dichosa banda terrorista se habían realizado desde el propio móvil de Bartolín, pone el caso en manos del juez.
En el juicio, el forense dice sobre Bartolín que "su coeficiente intelectual es medio-bajo, poco maduro, infantil y le gusta ser objeto de atención". El señor juez, inmisericorde, le juzga y le declara culpable por "simulación de secuestro".
Su novia, Patricia Bosquets, de 15 años, le cuenta a todo aquel que quiera oírla, y a los que no, que Bartolín no se ha "inventado" la historia del secuestro. Insiste en su bobina y ovina teoría hasta que su madre le arrebata el teléfono y corta la conversación.
Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.
Repaso lo escrito una y otra vez y, como digo, es "incomprensible e injustificable" que mi subconsciente me traicione repetidamente y relacione a Sánchez con Bartolín, a Bartolín con Sánchez, aunque los niveles de coeficiente intelectual de ambos coincidan perfectamente. No lo entiendo. Mis disculpas.
Saludos cordiales
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