Autobuses no aptos para mayores
María no toma el autobús desde hace unos meses. No puede subir porque el escalón de acceso y el pasamanos están demasiado altos. María (90 años) vive sola, sus hijos tienen sus familias y trabajos en otros lugares. Pero a María (nombre ficticio) no le queda más remedio que coger un medio de transporte para hacer la compra o ir al médico. Vive en Pontigón, una aldea del concejo de Valdés -sin tiendas ni servicios-, situada en la N-634, a seis kilómetros de Trevías y a 21 km de Luarca. Como le ha ocurrido a ella ahora, otras personas mayores han ido dejando de coger el viejo microbús de la línea La Espina-Jarrio porque ya no llegan al peldaño de la puerta delantera. ¿Por qué esta línea no dispone de un vehículo adaptado a las necesidades de todos los usuarios? En las ciudades, los autobuses se inclinan hacia el lado de las puertas para permitir que los viajeros suban y bajen con comodidad, incluso si llevan carritos de bebé o van en silla de ruedas. ¿Cómo es posible que las autoridades competentes no se preocupen de los habitantes de las zonas rurales? ¡Cómo no va a perder población el campo, si las pocas personas que quedan están tan maltratadas!
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