No era tristeza, era respeto
Somos un país sabio que banaliza situaciones difíciles para sobrellevarlas dando margen a la inteligencia para divertirnos pero no a la prepotencia para divertirnos a costa de otros como ha ocurrido con Tele 5. Convirtieron nuestra confianza en insultos que no corresponde hacer a nadie y en acusaciones a ciudadanos que solo corresponde hacer a jueces que ahora, condena tras condena e indemnización tras indemnización, comienzan a hacer justicia. Durante años hemos asistido a la humillación pública de vivos que solo se defendían de presentadores endiosados y de muertos que solo revivían por audiencia y no por su arte. Pero las referencias continuadas a la tristeza de cadenas respetuosas abren paso al respeto ante el riesgo a la quiebra técnica por pagos a damnificados y a la quiebra moral por falta de contenedores donde acumular tanta mala leche.
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