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Guerra y violencia, Asturias y Gaspar García Laviana

27 de Marzo del 2023 - Mery Fernández Iglesias (Avilés)

Es muy lamentable en estos momentos en que hay tal sensibilidad hacia las consecuencias provocadas por la guerra, el sufrimiento de la violencia y el número de víctimas a causa de las armas que quede en Asturias un pequeño reducto de trasnochados que se pasen el día reivindicando una figura tan oscura como antitestimonial de Gaspar García Laviana. Religioso nacido en estas tierras que antepuso sus ideas políticas a su ministerio sacerdotal enseñando a los campesinos no a leer ni escribir, sino a emplear armamento para hacer su guerra justa.

Yo pensaba que en las guerras no había malos ni buenos, mejor dicho, parecía que en las últimas décadas era unánime en los países civilizados el criterio de que toda guerra y toda violencia -sea cual sea su objetivo- es mala, pero no se engañen, aquí la violencia solo es mala si la hacen otros, si la hacen mis amigos es la pera revolera. Y así sembramos Asturias de calles, placas y monolitos a un señor que prefirió matar a dialogar, y que -no lo olvidemos- de aquellos lodos en los que estuvo metido les viene ahora la situación de dictadura genocida y sectaria que sufre el pueblo nicaragüense. Solo por el deseo de paz sin entrar ya en la cuestión del pueblo de Nicaragua, los ayuntamientos del Principado de Asturias que en su suelo tienen calles, títulos y placas a ese guerrillero deberían reflexionar si realmente su municipio se reafirma en no a la guerra o solo dependiendo de quien dispare.

Es gracioso que el Ayuntamiento de Gijón quite del callejero a Juan Carlos I por matar elefantes pero no a Gaspar García Laviana por eliminar seres humanos. Lo mismo ocurre en las cuencas mineras y en otras localidades de Asturias donde se quitaron calles de personas que ejercieron violencia para graciosamente mantener la del Comandante Martín, como así llamaban en la guerrilla nicaragüense a nuestro pistolero asturiano.

No hay argumento alguno ético ni moral para defender la actitud y la decisión de Gaspar, él optó por el camino de la violencia cuando su religión predica exactamente lo contrario.

Es surrealista que haya miedo a desterrar esa triste figura cuando a la vista está que los fans que le quedan en Asturias son más bien pocos, ancianos y trasnochados. Basta ver las fotos y vídeos de los actos que se organizan en homenaje hacia él, a los que únicamente acuden el organizador y tres amigos. Por suerte, hoy Gaspar García Laviana nada les dice a los asturianos, por mucho que la maquinaria ideológica se haya movido para vendernos incluso documentales en la TPA para contarnos qué bien hizo tomando las armas. La realidad que sus amigos nos quieren presentar es como querernos decir que Manolo logró acabar con él canibalismo en el mundo, pues el último caníbal se lo comió él. Vamos, que para arreglar lo que está mal, hago el mal y me cargo al que me estorba. Y eso en Asturias merece calle, placa y ahora quieren darle títulos.

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