Ser honesto penaliza
Los valores y los principios que recibimos como herencia te llevan a comportarte rectamente a pesar de que en la etapa que nos ha tocado vivir te veas obligado a desconfiar de casi todo.
No se trata de ser un santo ni ejemplo de nada, pero si tienes la costumbre de actuar de buena fe y de no engañar a nadie, lo más probable es que no recibas la misma respuesta y que a veces te tengas que cuestionar si no sería mejor ser menos correcto para evitar que te tomen el pelo.
Es una lástima que tengamos que andar con pies de plomo para no llevarnos desagradables sorpresas en múltiples ocasiones y con todo tipo de personas, incluso con aquellas de la máxima confianza por las que hubieras puesto la mano en el fuego, pero tenemos que asumir que vivimos en una jungla en la que los más "avispados" imponen su ley.
Aun así, merece la pena ser fiel a un modo de comportarte en el que no tengan cabida las malas artes y dormir con la conciencia tranquila, con la sensación de que estamos en paz con nosotros mismos, aunque cueste y aunque tengamos que poner cara de póker con más frecuencia de la deseada.
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