Demagogia navideña
Los fríos de estos últimos días, nos recuerdan que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Algunas de nuestras calles huelen a castañas asadas, y las ciudades comienzan a engalanarse para las jornadas más entrañables del año.
Y en estas fechas, comienza una desbocada y demagógica carrera entre los distintos alcaldes de España para ser el que coloca las iluminaciones que menos gastan o el que más tarde las enciende y antes las apaga, una vez que ya han concluído anteriores competiciones, sobre quién preparaba los adornos más laicos. Parece que las arcas municipales y el equilibrio de las cuentas depende de la iluminación navideña. Pues no, queridos alcaldes y concejales: la iluminación navideña, supone toda una ilusión esperada ansiosamente por todos los niños y no pocos mayores, y, en tiempos de crisis y abatimiento como los que estamos atravesando, las luces de la Navidad, sin duda contribuyen a mejorar el estado de ánimo de muchas personas. Estoy plenamente convencido de que pueden dirigir sus planes de ahorro a la limitación de muchas de las actividades e inversiones absurdas que han venido desarrollando en los últimos años, y que han traído como consecuencia la situación de agobio presupuestario que padecen muchos de nuestros municipios, en un país en el que la financiación de las administraciones locales, es una asignatura pendiente que necesita una urgente atención.
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