Carta abierta al presidente Barbón
Con gran estupor leo en la prensa que Vd. no sabe lo que es el sanchismo, porque nadie se lo ha explicado. ¿Es posible que ninguno de sus numerosos asesores haya tenido un momento libre para explicárselo? No lo puedo entender.
De otro lado, ¿es posible que, a estas alturas de la película, necesite Vd. que le expliquen este insignificante detalle, que está condicionando toda la política del país? No lo puedo entender.
Supongo que Vd. para entrar en la política haya leído, al menos en versión reducida, el manual del perfecto político. Espero que así sea. Pues bien, el sanchismo es, en otras muchas cosas, todo lo contrario de lo que se puede leer en el manual.
El sanchismo es usar la mentira como modelo de expresión, como norma de conducta, o hace falta decir: “Donde dije digo, quise decir Diego”; no hace falta, se dice lo contrario de lo que se dijo anteriormente y no pasa nada.
El sanchismo es utilizar la palabra, que no la idea, para meter en la cabeza del personal votante palabras sin contenido, con lo cual los discursos siempre son iguales y suenan muy bien, y convencen a los ya convencidos.
El sanchismo es poner en práctica máximas maquiavélicas, como “el fin justifica los medios”. Cualquier medio, incluso el más despreciable, vale para conseguir lo que se quiere. Y ¿qué quiere el sanchismo? Solo y exclusivamente el bienestar de Pedro Sánchez. Sin importarle un ápice el bienestar de los ciudadanos de ese país que dice representar.
El sanchismo es acaparar en manos de Pedro Sánchez la mayor cantidad de poder en esa España que dice representar, en su afán desmedido de ostentación de poder hasta llegar a la dictadura, camino ya emprendido.
El sanchismo es decir una cosa y hacer otra: “Nunca pactaré con Podemos”, y ahí está.
El sanchismo es usar la descalificación del contrario político, de cualquier manera, como medio de convencer al personal votante. No es necesario exponer la política de su grupo, que, además, sería mentira por pura definición.
El sanchismo es el mejor método para engañar a todo el mundo, sobremanera al no pensante.
El sanchismo es negociar en plena crisis energética, con no sé qué fines espurios, con Marruecos, lo que afecta sensiblemente a nuestras relaciones internacionales con Argelia, que, de momento, nos suministraba gas.
El sanchismo es comprar votos por el método que sea, sin dignidad, decoro, decencia, mesura, a quien sea y como sea, con total de conseguir permanecer anclado en la Moncloa, disfrazándolo de becas para estudiantes, subsidios a necesitados; en fin, cualquier falacia que en aquel momento se les ocurra.
El sanchismo es pactar con separatistas y con los representantes de los asesinos de ETA, que aún no se retractaron de sus crímenes.
El sanchismo es hacer una ley de memoria histórica de España, con la colaboración indispensable de esos mismos representantes que quieren separarse de España.
El sanchismo es subir el salario mínimo sin tener en cuenta a los agentes sociales, especialmente la patronal, que son los que en definitiva lo van a pagar.
El sanchismo es pura incongruencia, como no sea votar a Pedro Sánchez. Pero no equivocaros, votantes del PSOE, que no os engañen, votar PSOE hoy no es votar PSOE, es votar a Pedro Sánchez, a quien el PSOE le importa un pito.
El sanchismo es ignorar la economía (que eso debe ser cosas de la derecha) y en aras de mejoras sociales, realizar gastos a diestro y siniestro sin ningún tipo de control ni de estudio o necesidad.
El sanchismo es permitir e incluso alentar que en una parte del territorio español, del que se supone que es presidente, que la enseñanza no sea en español.
La máxima del sanchismo es quererse exclusivamente a sí mismo.
El sanchismo es reformar el Código Penal para favorecer a sus necesarios satélites.
El sanchismo es modificar el delito de malversación para favorecer a malversadores de su partido; por si no se da cuenta, malversar es sinónimo de robar, lo mismo da que sea en beneficio propio que en el de otros. El dinero público es sagrado, aunque el sanchismo crea que es de él.
Y algo muy mal del sanchismo es que es contagioso y ya empiezan a notarse brotes en algún que otro partido.
El sanchismo es un sistema que trata, a través de sus socios, hoy comunistas, o los que se tercie, si nadie lo remedia, el implantar en España un régimen semejante al que hay en Rusia, Venezuela, Cuba, Corea del Norte, China…, en fin, donde el comunismo está implantado y así les va a los pobres ciudadanos. Un sistema igualitarista, sí, pero por lo mínimo, donde desaparece toda clase media para implantar una igualitaria clase pobre y un mogollón de supermillonarios, que son los amigos de los que implantan el sistema. Si eso es igualitarismo, que venga Dios y lo vea.
El sanchismo es buscar por todos los medios permanecer en la Moncloa y dejando a un lado la dignidad, la decencia, la honestidad, el decoro (cuyo máximo representante nunca tuvo), propiciar el acercamiento de todos los presos etarras a su patria chica (que ellos quieren que sea la única), menospreciando los sentimientos de todas las víctimas de esos asesinos, que ya dieron otro más, gracias al sanchismo, en echar a la Guardia Civil del territorio navarro. Todo esto son pasos a la ruptura de España y todo ello lo ampara el sanchismo, que no el PSOE, por ello no puede votarse a ese individuo que solo busca su medro personal a costa de lo que sea. ¿O no os dais cuenta?, que si gana otra vez ese despreciable individuo nuestro destino será semejante al de los venezolanos, cubanos, etc., etc.
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