Gaspar García Laviana, uno de los nuestros
El que fuera cura y guerrillero Gaspar García Laviana había nacido en San Martín del Rey Aurelio, y luego su familia minera se trasladó a Langreo.
Son por ello dos de los concejos donde siempre, antes, después y seguramente que en el futuro, se seguirá honrando la memoria y la ejemplaridad del nacido naloniano y fallecido latinoamericano.
Será en diciembre cuando se cumplan 45 años de su muerte en combate a la dictadura de la dinastía de los Somoza, pero es ahora (¿sorpresivamente?) cuando al parecer se ha lanzado una campaña de desprestigio contra él y contra quienes se han comprometido con su legado, como es la asociación por la Memoria de Gaspar, el Foro Gaspar García Laviana, el comité de solidaridad con América Latina-COSAL, o las ONG Gaspar García Laviana y Soldepaz.Pachakuti.
¿Por qué ahora "de repente" la contracampaña, la aparición de cartas en esta sección de LNE?
En este espacio de Cartas de LNE hace más de 40 años que se vienen publicando notas y comentarios sobre Gaspar y siempre habían sido laudatorios, y nunca habían tenido ataques.
Buscando posibles razones que no fueran mera actitud retrógrada, podría pensarse que alguien quiere "cuidar" al Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio, o influir para que no tome posición en la propuesta de reconocimiento de la figura de Gaspar.
Pero si tal fuese, por una parte llega tarde porque SMRA ya ha reconocido abundantemente a quien naciera en el concejo minero, en plenos, en actos, en efemérides, en nombres de sitios públicos, en sendas peatonales y Casa de Cultura.
Y por otra si tal fuera la intención mejor sería que los cuestionamientos vinieran desde el propio concejo y no desde fuera.
Basta con echar una mirada al buscador de "cartas" de LNE para comprobar que hace muchas décadas y de manera continuada hay personas que tienen que ver con el municipio que han venido recordando aspectos significativos de Gaspar.
Estoy refiriéndome por ejemplo a Javier Arjona, quien no solo vivió y trabajó varias décadas en el concejo, sino que además vivió, trabajó y militó en la solidaridad en Nicaragua.
Algo sabrá por tanto del tema que nos ocupa, y no siendo ni cura, ni obispo, ni activista religioso, varias veces ha estado compartiendo sobre curas, sobre obispos y sobre militantes de índole cristiana, en diversos episodios latinoamericanos.
Para ello no precisando de insultar a nadie, ni de menospreciar valías o situaciones complejas.
Basta citar hechos ocurridos, y que son historia, como Gaspar: las referencias al obispo Romero son abundantes. Y es que Monseñor Romero era asesinado dos años después que Gaspar y por allí cerca, en San Salvador.
Influencias mutuas las hubo, lo mismo que las tuvo sin duda el cura de la cuenca minera de otro sacerdote guerrillero como Camilo Torres en Colombia.
Año y medio antes que Gaspar habían asesinado al padre Rutilio Grande en El Salvador. Inevitable que hubiera influencia, como influencia y mucho dicen que tuvo este crimen para que Óscar Arnulfo Romero tomara posición más decisiva contra las violaciones a los derechos humanos y contra el militarismo.
Al año siguiente en Guatemala asesinarían a Juan Alonso, que procedía de la otra cuenca minera, cura y acompañante de las comunidades indígenas, en tanto que otros sacerdotes asturianos eran deportados.
Un poco más tarde, en 1989 vendrían los asesinatos en la Universidad Centroamericana UCA, y los ejemplos relacionados se podrían multiplicar (incluido el asalto y quema de la Embajada española en Guatemala en 1980) en cuanto a cómo el militarismo destruyó vidas centroamericanas por millares, y entre ellas, destacadas personas de nuestra tierra que se la jugaron por acompañar procesos y comunidades.
Muchas de esas personas tuvieron y tienen reconocimientos y valoraciones tremendas en aquellas tierras: mucho antes de que el Vaticano declarara primero beato y luego santo a Romero, mucho antes... allí ya se le llamaba San Romero de América, lo mismo a Rutilio Grande antes de que el Vaticano lo beatificara, y de igual forma a Juan Alonso de Aller, antes de que su proceso interno en la curia católica le llevara a esa denominación de beato, mártir o como quiera llamárseles.
A la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón pertenecía tanto Juan Alonso como Gaspar García Laviana, y a la hora de sus valoraciones en el mismo espacio y situación colocan a todos sus muertos, asesinados o en combate a la tiranía: "los padres Faustino Villanueva, Juan Alonso Fernández, Gaspar García Laviana y José María Gran Cirera".
Dice esta orden religiosa: "El padre García Laviana se había identificado tanto con la gente campesina que decían de él que era el primer sacerdote campesino. Y el pueblo, de ser un núcleo dividido, se iba uniendo en torno suyo lo que despertaba alarma y recelo en las autoridades somocistas nicaragüenses.
La Guardia Nacional del dictador Anastasio Somoza controlaba todo el vicio en el país y uno de sus mayores ingresos provenía de la tolerancia y protección de las casas de prostitución infantiles. El padre García Laviana llevó a los Tribunales el caso del burdel Luz y Sombra, en Tola, así como la descarada trata de blancas.
Ganó el juicio, pero todo se redujo a que el burdel se trasladara a otra parte y todo siguiera como antes. El empeño legal lo llevó a crearse poderosos enemigos.
Sufrió tres atentados y tuvo que abandonar Nicaragua y ya en España, con el espíritu más sereno redactó una nota al Arzobispado donde explicaba el motivo de la inquina del dictador nicaragüense Somoza, hacia él:
Acusación al hospital de Rivas por la mala atención a los enfermos y cobros ilegales a los pacientes pobres, acusación a la Oficina de Rentas del Gobierno por detención ilegal de campesinos acusados falsamente de no pagar sus impuestos; marcha a Managua, para solicitar del Gobierno el envío de maestros.
La Guardia Nacional trató de impedir nuestro viaje. Entabló acusación formal contra dos tratantes de blancas de Tola, y corruptores de menores. El juez me da la razón pero la Guardia Nacional no acata la orden del juez. Me quitan el programa de radio y me llegan amenazas del Gobierno por vías indirectas. El juez ordena la detención de los tratantes de blancas y la Guardia Nacional se niega a detener a los culpables. Redacto una carta al general Somoza delatando la implicación de los militares en la trata de blancas. Bajo amenazas me llevan ante el coronel del departamento de Rivas, quien me recuerda el asesinato del jesuita salvadoreño padre Rutilio Grande. Desde ese momento tuve la seguridad que la Guardia Nacional estaba preparando mi muerte".
Desde otros ámbitos ya citados, religiosos o laicos, se sigue considerando tema de la máxima dignidad la memoria de gente valiente como Gaspar, como Juan, como Rutilio, como Romero.
Si hay adversarios a estos reconocimientos, bienvenidos sean si es que no se basan en el odio ni en el rencor. Si es que suponen un aporte al debate y las acciones para lograr que la gente pueda vivir en paz y sin explotación.
Para ello han de dejarse fuera los insultos, ni a Gaspar, ni a quienes con similar valentía defienden valores y compromisos en nuestra tierrina.
Si esa fuera la actitud, si se retiran insultos innecesarios, ¿por qué no propiciamos un diálogo presencial, cara a cara, donde las ideas puedan contrastarse y los hechos no sufran negacionismo?
La estatura moral de Gaspar puede medirse también en la altura que puedan tener sus adversarias: pero no se olvide que antes de asesinar a Monseñor Romero y a Juan Alonso y a Rutilio Grande y al rector y a los jesuitas de la UCA... una campaña intensa de insultos y amenazas los precedieron, como intentando justificar lo injustificable de los crímenes horrendos.
Y los insultos que recibió Gaspar por parte del somocismo y sus defensores y justificadores en modo alguno pueden volver a reproducirse en nuestra tierra asturiana.
Aquí a Gaspar se le reconoce y se le quiere, y su ejemplo perdura en inspira las fraternidades.
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