Reescribir lo ya escrito
Leo con horror y estupor la pretensión de reescribir los libros de Agatha Christie para adecuarlos a la moral imperante en este momento. La contrarreforma cultural a la que estamos asistiendo se asemeja a la ya vivida entre 1545 y 1600, aunque visto lo visto estamos en un nuevo capítulo de ella.
¿Qué será lo próximo que veamos, tal vez vistamos a las “Tres gracias” de Rubens porque molestan la sensibilidad imperante, o taparemos el “David” de Miguel Ángel? No les quepa la menor duda, cuando se entra en un periodo de recesión cultural, se comienza reescribiendo autores y se termina quemando sus libros; por cierto, como ya propone el Partido Republicano en su campaña electoral en EE UU.
¿Reescribiremos a nuestros clásicos Cicerón, Aristóteles, Platón… o solamente lo haremos con las mujeres autoras? Cuando leo a Agatha Christie, siempre interpreto sus novelas en el tiempo y el espacio en que ella las escribió, y disfruto de ese momento, cuando cierro el libro vuelvo a la realidad, esa realidad grosera y chabacana, sin una pizca de civismo, que tanto jalean los medios, muy lejos de ese tiempo y de ese espacio.
Los lectores no necesitamos que se reescriban ni sus libros ni los de ningún otro autor, pasado o presente, sabemos separar la trama de una obra de arte de la vulgaridad que se nos pretende hacer tragar ahora, haciéndola pasar por adecuación a la nueva moral.
La sola idea de que se pueda alterar ni una coma de una obra escrita me parece la anulación de esa obra, y por lo tanto ya no sería la obra de un autor, en este caso Agatha Christie, sino la del impostor/a que cometiera la traición de reescribir lo escrito.
La prensa, siempre tan atenta en la denuncia cuando conviene a sus intereses, espero que haga una campaña pública en defensa de la libertad de la escritura de ayer, de hoy y de siempre. Así como los partidos políticos, su silencio sería una prueba más del acoso y derribo de la cultura para convertirla en simplemente una manipulación política de la misma.
Adoctrinamiento y reeducación desprovista de alma, eso es lo que se ofrece hoy bajo la palabra “educación” desposeyendo de autoridad a la familia y anulando todo atisbo de cariño hacia ella. Convirtiendo al Estado a través de la “cultura” en el amo de sus almas para que sean en un futuro, ya presente, fieles adoctrinados sin cultura.
Dice Maquiavelo en su obra “El Príncipe”: El Príncipe (partidos políticos hoy) debe pensar y actuar en modo que sus ciudadanos siempre y en todo momento tengan necesidad del estado, de él que lo encarna y así obtendrá la lealtad de los que lo necesitan. Nada que añadir.
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