Dime tu nombre
Blanca es la nieve que se divisa a lo lejos, en lo alto de la montaña, en una travesía ardua y dificultosa.
Blanca es la luz de la vela que ilumina las noches pensando en ti y que diluye los pensamientos más sobrios para convertirlos en un cálido susurro, en un interminable abrazo tan fuerte como un roble.
Blanca es la luz del despertar de un día cualquiera cuando se termina la escala de grises y recibes en tu conciencia las respuestas a todos los porqués que te asaltaban cada mañana.
Blancas son las alas de nuestros ángeles guardianes que revolotean cerca de cada uno de nosotros para protegernos y orientarnos por el buen camino.
Blanca es una figura musical que equivale a la mitad de una redonda y como las demás notas, conlleva su silencio.
Blanca es un adjetivo, un color, pero también un nombre, el de mi amada hija. Ella ahora rehúsa de él y prefiere usar su segundo nombre, pero sé que con el tiempo se dará cuenta de que es el nombre más bello que se le podría haber puesto a una hija, porque representa lo que ella es: pura, transparente, bella, fuerte, valiente, audaz, inteligente, divina.
El nombre define a la persona. Las madres tenemos el don universal y único de hacer la mejor obra de arte, que son los hijos. Por suerte, yo tuve cuatro y, además, una sola fémina entre tanto varón. Así que todas las mujeres somos artistas y mi hija, algún día, seguro que también.
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