¿Ruido o reflexión?
Durante unos días, el ruido de las noticias terribles de este mundo cambiante, turbulento y peligroso se ha intentado combatir con el rotundo bombo tradicional. Yo confieso que el ruido no me atrae, prefiero repasar los acontecimientos en torno a la muerte de Jesús en su conmemoración, con algo de paz, y así tratar de entender su significado y su valor. Una muestra de ese significado la encontramos en el evangelio de Juan 3:17,18: "Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que ejerce fe en él no ha de ser juzgado. El que no ejerce fe ya ha sido juzgado, porque no ha ejercido fe en el nombre del Hijo unigénito de Dios".
Como vemos, el asunto es más serio de lo que muchos creen. Para poner fe en algo, hay que ver si efectivamente es verdad, si es justo y si tiene todas las garantías, estudiarlo, comprenderlo, y... ese es un esfuerzo que no encaja con los tiempos. El tiempo es caro, no solo hay que rescatarlo del trabajo y las otras obligaciones, sino de la tele, la tablet, el móvil, las múltiples vacaciones, de las cañas con los amigos... al menos rescatar un poco de tiempo de alguna de estas cosas para alcanzar la fe.
El momento que vivimos es duro, y se comprende la actitud general de más vale no pensar y darse a cualquier distracción porque el futuro se presenta negro; ya sabemos, ojos que no ven... sin embargo, precisamente por eso, porque si hay que pensar en una vida con sentido, pensar en nuestros hijos y nietos, pensar que es absolutamente imprescindible que la Tierra se salve, es porque si hay un futuro de vida depende de Dios, y Dios tiene sus condiciones para que esto que está pasando: calentamiento global, guerras, hambre, crimen, abortos, etc., no vuelva a pasar. Sí, la fe tiene sus condiciones, pero es la fe en la vía que Dios abre con el sacrificio de su Hijo lo que puede rescatarnos (1 Corintios 15:20-22).
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