Memorias de nuestra generación
En primer lugar, le agradezco al Tiempo que su paso breve nos condujese el último Jueves Santo a la celebración del 25.º aniversario de nuestra generación -la del 1998- en Cangas del Narcea.
Saber de aquellos y aquellas con quien uno compartió el tiempo, las risas, los llantos, los anhelos, las desesperanzas, la pubertad, la niñez, los primeros deseos, las primeras muertes familiares, las decepciones y el bien y el mal, siempre es edificante y le baja los humos (o se los sube) al que cree que vive la más maravillosa de todas las vidas posibles (o la más desgraciada).
Los eventos generacionales son como ojear el diario íntimo de cada uno, con la diferencia de que la publicación que nos ocupa hace mucho tiempo que dejó de salir a la luz cada día.
Algunos de los rostros antes habituales gozan ahora de buena salud laboral y regentan imperios de placas solares, curran en empresas importantes, en bancos, en comercios locales, en sitios cómodos, son voluntarios, están empleados en el sector agrícola, en el industrial, en los hospitales, en los colegios e institutos, en la hostelería, etc.
En otros casos uno puede leer entre líneas cierta desidia o desesperanza. A esos y a esas les digo que corresponde ser positivo y pensar que los próximos años podrán ser más emocionantes. Sea como sea, la mayoría tira para adelante en un mundo como este, lo que ya es motivo para una sonrisa.
En cuanto a lo internacional, muchos hemos tenido que salir de la villa y ahora vivimos en otras ciudades de Asturias, o incluso en otras regiones y países en los que la vida no siempre es fácil y en los que a veces ni siquiera te dan los buenos días en el autobús.
Algunos estudian o acaban de terminar de hacerlo, otros planean ponerse en serio con ello y otros afirman que esa etapa suya "ya acabó" y que ahora se dedican a lo que "de verdad quieren".
En el amor, hay parejas casi de hecho, recién solteros abonados a la autoindulgencia, mujeres empoderadas, hay eternos solteros enamorados y muchachos en cuyas entrañas prende la ilusión.
Sin embargo, lo más desalentador de este periódico es que tarde o temprano pueda dejar de publicarse. Si esto ocurre, no será por falta de noticias. La fatiga a la que se enfrenta la generación del 98 canguesa es la misma que afecta a nuestros coetáneos en otros pueblos de Asturias y de España.
Tenemos miedo. Tenemos miedo de caer en el olvido. Tenemos miedo de que el lugar donde crecimos sea solo un souvenir para los últimos turistas que lo visitamos. Yo no le pido a nadie que se quede en Cangas, ni le pido a nadie que no se vaya -sería hipócrita por mi parte-, pero sí os pido, compañeros y compañeras de todos los pueblos de España, que tejamos la red de la memoria colectiva y no nos dejemos caer en el olvido.
Hablemos de nuestra infancia con los otros, escuchemos y aprendamos de lo que tienen que decir. Seamos críticos con lo que era intolerable en el pasado, pero admitamos las bondades de lo inmejorable.
En definitiva, portemos siempre con nosotros el tesoro del tiempo perdido. En él aparece aquel rostro que una vez te enamoró y que sigue erizándote la piel cuando te lo encuentras, en él aparece la sombra amenazante de los enemigos, mucho más amigos ahora que todo es diferente. En este tesoro están, aunque puedan haberse desdibujado, aquellos con quienes compartiste carcajadas. En él están quienes siguen cerca de ti, nítidos como fotografías, y quienes son ya solo un agradable esbozo. En él estáis tú y los tuyos.
Lo único que queda cuando todo lo demás desaparece.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

