Los heroicos ángeles de la guarda de Naraval
Me refiero a todos los que, desde el miércoles 29 al viernes 31 de marzo (unos, vecinos del pueblo y otros venidos de otros pueblos del concejo de Tineo), evitaron que el fuego entrara en el pueblo y quemara casas, hórreos, cuadras...
Cada uno con los medios que tenía a su alcance, ya fueran con las cubas o ayudando a la coordinación de las mismas a pie.
Hay que tener en cuenta que Naraval tiene un perímetro de bastantes kilómetros donde monte y casas discurren paralelamente. Haciendo casi imposible abarcar todo el terreno de forma simultánea.
Tenemos que añadir a esta realidad que el fuego, empujado por un viento de cerca de 100 km/h, rodeaba el pueblo por cuatro de sus cinco vertientes (por la parte de Navelgas, Monterizo, Aristébano y Paredes), quedando solo a salvo por la parte de Muñalén.
Estos factores, todos a la vez, convirtieron la noche del jueves al viernes en un auténtico infierno, lleno de miedo, ansiedad e impotencia, tanto para los tractoristas como para la gente que estaba por los caminos viendo en peligro sus casas o las de los vecinos.
Pero gracias a la coordinación entre los tractores y los que, conociendo bien el pueblo, los dirigían con mucho “sentido común”, que es algo que escasea muchísimo actualmente, se logró evitar que quemaran bastantes casas, hórreos y cuadras, lo que parece un milagro porque en algunas edificaciones el fuego llegó a un metro más o menos.
La flota de héroes con tractor, cercanos a los 20 (tres del pueblo y el resto del concejo, algunos de muy lejos).
Sin dormir, sin descansar, exponiendo su vida y su medio de vida (con algunas averías de consideración).
Esta forma de actuar, arriesgando tanto, sí, se llama solidaridad y crear comunidad.
Es un orgullo que estos valores existan en el mundo rural. Tristemente olvidado por las administraciones centrales, sin vías de comunicación dignas, que son el elemento fundamental para el progreso.
Respecto a la ayuda de medios externos, pienso que los protocolos rígidos preestablecidos, sin adaptarse a las distintas circunstancias y condicionantes, no suelen ser efectivos (como se ha podido demostrar); no voy a entrar en detalles.
El testimonio unánime de los vecinos es de desamparo; invadidos por la angustia, la impotencia y el agotamiento. Esta situación fue una prueba de resistencia física y mental, sobrehumana.
El estado anímico del viernes, cuando lo peor había pasado, lo resume la exclamación del más joven de los tractoristas locales: “Ya no tengo ni sed, ni hambre, ni sueño”.
Chicos, infinitas gracias a todos, que Dios os lo pague, y nosotros tenemos una deuda eterna con vosotros. Ya que si Naraval no quemó fue por vuestro esfuerzo y entrega sin límites.
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