Agradecimiento
Hace ahora aproximadamente año y medio, mi padre, José Manuel Suárez Álvarez (Pepito), tuvo que ingresar (debido a su enfermedad) en la Residencia para personas mayores Aramo Auditorio, para pasar su última etapa.
A este establecimiento llegó un día tras haber sido dado de alta en el Hospital Valle del Nalón con vistas a iniciar su tratamiento de hemodiálisis en el HUCA, y allí quedó desde el primer momento como si siempre hubiera sido esa su casa.
Y es que así fue, porque allí se sintió bien tratado, cuidado y, si me permiten, querido.
Una de las últimas frases que me dijo muy pocas horas antes de fallecer fue: “A ver si mejoro un poco, para ir a la Residencia, porque allí me encuentro muy bien y me tratan muy bien”.
Para un hijo siempre es difícil aceptar que su padre tiene que dejar la casa donde siempre ha vivido, pero puedo decir que gracias al personal de la Residencia, cuando me despedía de él después de dar un paseo y tomar un vino, yo me iba tranquilo y, en cierto modo, feliz porque siempre había alguien que le recibía en la puerta de la Residencia para acompañarlo a la habitación, con gestos y palabras de alegría que hacían que él en muy poco tiempo aceptase su nueva situación y se encontrase “muy a gusto”.
Quiero agradecer encarecidamente a la dirección de la Residencia (Nacho) todas las facilidades mostradas en las gestiones que fue preciso hacer; a Begoña (recepción), por estar siempre para recibirlo y acompañarlo con afecto; a Lili y Elena, por sus cuidados y cariño mostrado hacia Pepito, y, en general, a todo el personal de auxiliares, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, por la enorme profesionalidad y humanidad mostradas y también por el cariño recibido que tanto él como yo percibimos desde el primer minuto que Pepito pisó esa su segunda casa. Sé que, cuando falleció, en la Residencia se sintió como si la pérdida hubiera sido la de un familiar del personal.
Una última cosa, también quisiera tener un emocionado recuerdo para su compañero de habitación, Paco, que también lo acogió con afecto y respeto y que falleció unos días después (reciba su familia mi más sentido pésame).
Por todo ello, mi familia y yo les estamos profundamente agradecidos.
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