Ocio en la tarde del Jueves Santo
Conviene aclarar al principio que para mí no es ocio el descanso necesario del trabajador, o el tiempo dedicado a la diversión o al fútbol de nuestros jóvenes, ni tampoco el tiempo perdido con algún vecino o conocida. Y no soy yo solo quien piensa así. Ya hace siglos que los antiguos griegos veían que el ocio era la relajación que nos puede hacer más humanos.
Muchos otros relatos, perspectivas e historias diferentes podríamos leer o escuchar. Mi relato de hoy es dejar de lado una forma habitual de pensar para dar cabida a otros racionamientos y observaciones.
Vuelvo a repetir que es en la tarde del Jueves Santo tras la celebración de la Cena del Señor. En el parque de la ciudad y alejados un tanto del gentío que espera la procesión.
A mi lado se sientan dos señores desconocidos, pero que tal vez ellos me conozcan a mí. No tengo tiempo para hacer ninguna comparación: los dos parecen muy educados. Y como si me conocieran de siempre, para mi mayor sorpresa, se ponen pronto a hablarme.
El primero me cuenta que durante años trabajó de puto. Pero de los 65 años empezó su calvario. Unas pocas veces volvió a recaer, pero entonces pagando él. Le escucho y me mira con serenidad. Y así varias veces.
El segundo cuenta que se prostituía a los 9 años. Pero que no quería ser de mayor ninguna putita. Pero medio jugando y en la mili se hizo chapero. No le fue mal hasta la muerte de su madre. Después también otro calvario: paró poco en los miserables trabajos que le salieron, y ahora andaba por los albergues que le acogían. Y se despiden amablemente sin que yo no les hubiera hecho otra cosa más que escucharlos.
En este mundo poshumano y en un Jueves Santo se necesita el sosiego del ocio para escuchar y reflexionar sobre nuestra propia condición humana en este mundo. El auténtico ocio nos hace verdaderamente humanos. Pues es la reflexión o la meditación la que nos ha de llevar a una vida más actica. Esto ya me lo pensaba antes.
Hoy me quedo también convencido que no existe sobre los hombres poder alguno más fuerte que el amor.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

