Film Commission: realidad o publicidad
Leyendo estos días su información en prensa “El interés por el Principado como plató cinematográfico se dispara en 2022”, los que nos dedicamos profesionalmente al Cine y a la Publicidad emigrados forzosamente en Madrid y otras regiones de España no podemos como mínimo más que sonreír ante estas noticias tan optimistas, entendiendo que la notas de prensa en año electoral son lo que son, pero deberían tener cierta contención dada la inacción característica del Gobierno de nuestra región en el audiovisual .
Más si cabe mirando las cifras de otras comunidades en número de rodajes, incluidas grandes producciones extranjeras, he trabajado en varias de ellas y no he puesto un pie en Asturias. Pongo el ejemplo de Wes Anderson en el pequeño pueblo de Chinchón, donde dejó seis millones de euros (no son datos políticos, yo estuve en el rodaje, y la pequeña ferretería del pueblo llevó facturas por encima de los 150.000 euros).
Podría dar datos, el empleo del cine en Andalucía o el retorno de 15 millones en Galicia, que ya presenté al Principado en mi periodo como presidente de la Academia de Cine de la región, pero ya he observado que caen en saco roto y la región vuelve a desaprovechar las oportunidades. Como con los fondos Next Generation, que vuelven a sonrojar a propios y extraños (del mundo audiovisual regional) cuando una región tan poco proclive por inclinaciones políticas como Murcia mueve un presupuesto cercano al millón de euros. El Gobierno del Principado tendría que hacérselo mirar por desaprovechar las oportunidades de creación de empleo que ve todo el resto de comunidades de nuestro país de signos políticos variopintos; se me podría decir que no son comunidades uniprovinciales, pero lo de Murcia no tiene más lectura, sin poner lugares clásicos como Almería y Málaga (256 rodajes que dejaron un retorno de 14,2 millones), que ha leído perfectamente sus oportunidades y está en la ola en la recepción de rodajes.
Aunque viendo los problemas que tiene en asignar 100.000 míseros euros de ayudas (digo míseros porque algún cargo de responsabilidad en la región desconoce los dineros que mueve esta industria: una película pequeña se mueve en torno al millón y medio de euros y el alquiler de una cámara profesional ronda los 8.000 euros semanales), igual el problema es más profundo y la mesa sectorial que únicamente se reúne para “repartirlos” no tiene más misión que esa.
Lo que llega de afuera con efecto en el empleo (y gran parte venimos ya contratados de Madrid o Barcelona aunque nos cuenten como asturianos) y en el dinero que se deja en Asturias es en gran parte gracias al empecinamiento de algunos asturianos como Sergio G. Sánchez, que se encuentra una y otra vez con la falta de apoyos y de personal asturiano cualificado más allá de los que solemos repetir con en él. La paciencia y el amor por la región también tienen sus límites, más cuando se mezclan envidias y viejas rencillas tan provincianas como las de “La Regenta”.
Nuestra región queda para pequeños proyectos, con poco o ningún impacto económico ni laboral (dada su cuantía), de francotiradores con alguna transcendencia en festivales y para un público tan envejecido como el que hace estos proyectos, sin menospreciar el esfuerzo de levantar un proyecto en Asturias, que ya es duro.
En definitiva, no existen para Asturias ni proyecto ni futuro.
Y si de reconocer se trata, como técnico tengo que nombrar a José Valle, tanto a él como a Toni de Benito y a José Antonio Lobato debe el audiovisual asturiano de varias generaciones eterno reconocimiento por su ayuda y buen hacer; más que a décadas de olvido y desidia de nuestros gobernantes.
Escribo esta pequeña nota con la libertad que me da no depender en absoluto de cualquier ayuda del Principado y el pequeño bagaje de 20 años de profesión y más de cuarenta títulos a mis espaldas, muchos de ellos grandes producciones. Esperando que el Gobierno del Principado actual y futuro tome alguna decisión para las futuras generaciones con la transparencia y el apego a la ley que todo buen gestor debe tener más allá de sus simpatías personales.
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