La sanidad pública como coto privado de abuso
Estoy muy enfadada. Ayer, mi tía, dos horas después de la hora en que tenía programada por segunda vez una intervención quirúrgica para aliviar un dolor insufrible que la incapacita, la mandaron volver a casa. Sin más. La primera vez no llegó a pasar la puerta del HUCA, en la segunda pasó allí la noche, veremos a ver si hay tercera.
Mi tía, que es una mujer de cincuenta y tantos a la que aún le queda vida, lleva un año y medio sentada en una silla de ruedas con el pie completamente fuera del cuerpo por algo que seguro que les suena: “¿Tienes dolor?, ibuprofeno y reposo, pon la pierna en alto y calor”, o quizá os resulten familiares algunas de sus variantes: “Alterna calor y frío”, “toma paracetamol”, “haz vida normal y si sigue el dolor vuelves”. Nadie hizo caso a un simple dolor hasta que el pie se le salió del cuerpo. Lleva más de 18 meses así, con el correspondiente deterioro físico que eso le supone.
Además, tiene la -añadida- mala suerte de que su médico es uno de los que van con categoría: es el jefe de algo, de los que hacen y deshacen a su antojo. Es un señor que no tiene demasiadas buenas opiniones en general, supongo que porque se permite el lujo de jugar a su antojo con la lista de espera de un servicio público, como si fuera un patio de juegos y los pacientes, las personas, sus juguetes.
Las dos cancelaciones tuvieron como motivación que había habido “una urgencia”. En la primera ocasión la llamarían a la semana siguiente. Pasaron dos meses. En esta ya veremos. La sensación de impotencia es gigantesca.
Soy creyente -de las muy convencidas- y defensora a ultranza de la sanidad pública, pero hay veces en que, por desgracia, el trabajo de muchos se ve empañado por la soberbia de unos pocos.
Este es un problema de mi tía, y mío, y también lo es vuestro. Porque cuando alguien se siente con la (falsa) autoridad suficiente para jugar así con el otro, le da igual quién sea ese otro. Terminar con estos déspotas que utilizan nuestros servicios públicos como coto privado de abuso es una cuestión de salud pública que nos beneficia a todos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo