La Semana Santa ya ha pasado
Las tradiciones han arrastrado al ser humano en todas las generaciones, no importa en qué cultura. No obstante, suelen pasar de una a otra según las fechas sin dejar una mejor o mayor comprensión de lo que representan. Vivimos deprisa. Hay que reconocer que investigar todo lo heredado y compararlo con la verdad que pretende representar puede resultar fatigoso, y ya es bastante agotador seguir el ritmo de esta vida corta a toda velocidad. Si de todos modos uno se arma de valor y se pone a investigar, puede conseguir desprenderse de caminos que no llevan a ninguna parte, aunque a cambio puede ganarse el rechazo de una sociedad y hasta puede que el de una familia.
Esta reflexión ha podido ayudar a alguien esta Semana Santa, alguien que haya querido acercarse a la figura de Jesús con o sin tradiciones. Él cumplió la ley, pero fue perseguido por escribas y fariseos, porque al hacerlo descubría sus artimañas y ansias de poder envueltas en tradiciones. Algo de lo que dijo parece escrito a todas las generaciones y sus culturas: "Pero vosotros no pretendáis que os llamen Rabí, porque uno solo es vuestro maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. Tampoco seáis llamados 'caudillos', porque vuestro Caudillo es uno, el Cristo" (Mateo 23:8-10).
El pueblo seguía a aquellos líderes porque había sido enseñado a hacerlo como si eso fuera la voluntad de Dios; Jesús los desenmascaró y ellos se las arreglaron para eliminarlo. Murió no como un malhechor común, sino como un blasfemo contra Dios, y sin embargo murió por todo el que tenga fe en su sacrificio de rescate (Juan 3:16-21). ¿Por qué tuvo que morir?, porque de haber vivido habría retenido su posible paternidad de una humanidad viviente, esta la sacrifica para que los hijos de Adán pasen a ser hijos suyos por medio de la fe. "El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente". El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida" (1 Corintios 15:45). Sí, hay que interesarse personalmente... pero merece la pena.
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