Después de Pascua
Ya pasada esta para mí la más hermosa semana de la liturgia, se me ofrece el regalo de disfrutar de esas pequeñas cosas, pero tan llenas de sentido. Así, tan agradable como sencillo fue el leer el cuestionario que este fin de semana llegó a mis manos. Parece ser que para medir la poca o mucha ingenuidad. ¿La mía?
Tenía tres preguntas (ítems), calificando de Sí o No (de no a muy ingenuo). La primera a calificar era: "¿Cree usted que se puede despulgar a un perro de una vez para toda la vida?". Como ven, era muy fácil. La segunda era: ¿Cree usted que se puede confesar bien a una monja?". Este ítem les puede extrañar a muchos. Y más a mí, pues me lo pasó una monja. El tercero: "¿Cree usted que se puede predicar a un cura?". ¡Lo que me faltaba!
Con todo, me he pasado una feliz semana. Y espero seguir con este ánimo hasta que Hacienda me obligue a cumplir con mis deberes. Pero he olvidado que los otros están ahí.
Cuando me doy cuenta de lo que acabo de escribir, me sorprendo. Mañana mismo lo confesaré.
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