El esperpento que nos invade
La deformación de la realidad que la sociedad viene experimentando desde hace tiempo, con la que nos toca vivir, hace que nos sintamos víctimas de un tiempo convulso, contradictorio y extraordinariamente evolutivo, que cada cual lleva como mejor puede, aunque nadie se libra de sus zarpazos, porque, en mayor o en menor medida, todos sufrimos sus consecuencias.
No creo que nunca antes se haya vivido una situación tan esperpéntica como la actual, de la que nos protegemos como mejor podemos para no caer en el desánimo y en la desesperación, porque vivimos en una permanente confusión, en un auténtico desmadre en el que nos vemos obligados a navegar para no naufragar.
A pesar de todo, si volviera a nacer elegiría la época actual, porque cualquier tiempo pasado fue peor, en lo que se refiere a derechos y libertades, que tenemos que defender con uñas y dientes, lo que significa una poderosa razón de vivir y de seguir adelante, en una lucha constante contra los elementos, aunque sean tan desfavorables como son actualmente.
En cualquier caso, hay que ser optimistas y desear un mejor horizonte a las futuras generaciones, que tendrán ante sí un considerable reto lleno de escollos y también de oportunidades.
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