Al fin se ha ido

25 de Noviembre del 2010 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas, Castrillón)

Sí, al fin se ha ido la señorita Bibiana Aído, al ser suprimido como ministerio el de Igualdad, aunque tampoco nos ha dejado definitivamente, ya que si bien sea bajando un peldaño del escalafón ministerial, para seguir chupando del bote, la han nombrado secretaria de Estado de Igualdad.

Si en nombre del pueblo llano a esta jovencita se le demandara que hiciera un detallado informe sobre los logros y gastos de su gestión como responsable del señalado Ministerio de Igualdad, durante dos años y medio de su «reinado» (fue nombrada para el cargo en abril de 2008), podríamos saber cuánto dinero nos ha costado a todos los españoles su departamento, que sabíamos de antemano que no era necesario, pero el presidente del Gobierno, tan iluminado él, ha tardado 30 meses en darse cuenta y en tomar conciencia del despilfarro.

Si entre los logros de esta joven miembra –ya ex ministra– está la ley del aborto, y sus lúcidas opiniones son, entre otras, que un feto de 13 semanas es un ser vivo más no un ser humano, seguro que su recuerdo lo tenemos que tener muy presente en nombre de todos los seres vivos a los que no se los ha dejado nacer.

Por mucho que traten de vendérnoslo envuelto en papel de regalo, el aborto no es un derecho de la mujer, sino más bien un imprudente atentado contra ella, contra su vida y la de su embrionario bebé. La mentira de hacer pasar el aborto como un derecho tiene una larga historia, preparada cuidadosamente durante años. El aborto es el asesinato consentido de un hijo por su madre. Y no se trata de juzgar a ésta, a la que la desesperación, la miseria o los prejuicios sociales posiblemente la han podido abocar a llevarlo a cabo. El éxito es lograr una situación vencedora a esa mujer cuando, por lo que sea, se haya visto implicada en esa seria adversidad.

Porque, además, ¿se puede pensar que un aborto deja a la mujer psíquicamente inmune? No. Eso, si no le cuesta la vida, que casos hay.

Por ello, dada su trayectoria socialmente hablando, es una lástima que la señorita Aído no se vaya a una ONG, a uno de esos países donde tratan a las mujeres peor que a los animales, lapidándolas si hace falta. Allí tendría mucho trabajo y podría aplicar sus teorías de igualdad en amplio campo.

Los que vivimos algunos años para poder contarlo no olvidaremos fácilmente el mal que se ha estado haciendo a la sociedad española y a los que no ha permitido nacer, pero seguro que estos estarán pidiendo con insistencia que vaya al limbo a explicarles por qué no les ha dejado ver la luz del día.

Eso sí, después de la aclaración pertinente tendrá que volverse a casa, pues allá arriba, obviamente, no tiene nada que hacer.

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