Gracias por vuestro cariño
Creo que aunque fui consciente hace varios años del estado de salud de mi abuela, nunca había terminado de aceptar cómo iba a ser el final. El 25 de marzo, vi cómo su luz se apagaba poco a poco ante mis ojos, cómo aquella mujer fuerte a la que siempre recordaré sentada en el sillón de casa dejaba de luchar y aceptaba que ya había llegado su momento, momento que, gracias al trabajo del servicio de geriatría del Hospital Monte Naranco, fue gratamente especial. Desde que llegamos a aquella habitación 10 de la primera planta, vi cómo mi abuela recibía los mejores cuidados, cómo el personal de enfermería y auxiliares la trataban con todo el cariño del mundo, transformando unos momentos tan duros y difíciles como los que estaba viendo en una situación tranquila. Gracias al trabajo de María José, trabajadora social, por permitirnos despedirnos de mi abuela en la intimidad de una habitación individual, cosa que ha permitido que guarde dentro de mí con tremendo cariño los últimos momentos junto a ella en los que pudimos acompañarla entre abrazos y cariño. Me gustaría agradecer a la doctora Armas, la geriatra que posiblemente no se acuerde ya de mí pero a la que no voy a poder olvidar: gracias por cada palabra de cariño, por acompañar y entender durante todo este proceso, por toda la humanidad que demostraste, por hacer tu trabajo de una forma tan humana, siendo cercana y profesional en todo momento. Gracias a todos vosotros por acompañarnos en este proceso, por convertir un momento tan difícil y duro en una especie de burbuja en la que nos permitisteis estar tranquilos y junto a mi abuela en todo momento, gracias por vuestra profesionalidad y, de nuevo, gracias por vuestra humanidad, la cual me ha regalado poder recordar aquellos días con cariño, nos ha regalado a la familia la paz y tranquilidad de saber que pudimos estar junto a ella hasta el último momento sabiendo que no sufría, que estaba tranquila y que estaba en las mejores manos.
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